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Historia por: Daniel Ospina Follow @TheMockMan
Fotografía por: Sebastián Pedroza Vera Follow @Cabronazo__
Hubo un tiempo en el que odiaba a Noel Gallagher.
Cuando tenía 15 años ya estaba más o menos metido en el rock, aunque principalmente guiado por el criterio de Radiaocktiva. Era una etapa difícil, me fastidiaban bastante en el colegio (lo que hoy llamaríamos bullying) y fueron años en los cuales no tenía la más mínima esperanza de hacer algo en la vida que me hiciera sentir orgulloso de mi persona. Por esa época mi “dieta” consistía en Soda Stereo, mucho hard rock, mucho heavy metal, Nirvana, y una que otra cosa fuera de esa línea como podían ser The Kooks o Coldplay cuando todavía aguantaba.
Sabia de Oasis por un comentario de Noel donde decía que para él la cultura norteamericana era solo basura, en referencia al grunge y (pensaba yo, equivocadamente) a Nirvana. No sabía más que eso de ellos, y pensaba que debían ser una mierda. Es decir, ¿Cómo podían ser mejores que Nirvana? Con el tiempo me fui dando cuenta de que Noel y Liam eran de esa gente super bocona e insoportable que me recordaba a esos que me fastidiaban en el colegio. Prefería a Nirvana. Pensaba que me podía identificar mejor con eso.
Después de llegar a esas conclusiones conocí un par de canciones: “Wonderwall” y “Stand By Me”. Pensaba algo como “Mmm, no está mal, pero no son Nirvana”. Luego llegó un punto decisivo en mi vida. Me sentía hastiado de todos y de todo, no le veía sentido a seguir yendo al colegio a que me fastidiaran un día tras otro y a rendir cada vez menos en clase, a lo que se sumaba sentirme cada vez más distanciado de mi familia; así que pensé que no sería mala idea tirarme por la ventana de mi cuarto y caer cuatro pisos hacia abajo para acabar con ese absurdo.
Entonces apareció “Live Forever”.
No tengo idea hasta hoy de por qué escuché ese día esa canción en particular, pero hizo click en mi cabeza. Ese coro parecía estar hablando conmigo, y para cuando sonaba el solo de Noel, estaba hecho un mar de lágrimas. Como no había nadie en mi casa ese día no hubo testigos, pero a partir de ese momento solo tendría ojos para Oasis, así como una deuda con la música, con esa banda, y con el responsable de escribir esa canción que sólo puedo pagar dedicándole mi vida a eso.
Poco a poco fui descubriendo su carrera, sus discos, sus origenes, sus declaraciones, sus peleas, su actitud frente a la vida… Y de igual manera fui adquiriendo una mayor seguridad en mi persona inspirado por su ejemplo. Eso me hizo distanciarme todavía más del resto en el colegio, pero ahora ya no importaba. Me sentía fuerte escuchando sus canciones, y aún hoy me asombro de cómo melodías tan precisas pueden superar la prueba del tiempo. El hard rock, el heavy metal y Nirvana cada vez quedaban más en un segundo plano entre mis gustos.
Fue triste cuando se separó Oasis, y molesto cuando nadie le dio importancia a eso. Pero sabía que Noel tenía madera de solista, que no me importaría si tenía que verlo en esa faceta, pero era un hecho que debía verlo en vivo. Por eso durante los últimos seis años me puedo sentir orgulloso de decir que nadie luchó tanto entre mis colegas para demostrar la auténtica valía de ese tipo como yo lo hice. Mañana, tarde y noche sólo buscaba formas de legitimar su carrera frente a personas que bien no sabían de él, bien no le dan tanta importancia, bien lo detestan.
Antes de Estereo Picnic hubo rumores fuertes de que venía en el 2012 presentando el primer álbum con los High Flying Birds, pero finalmente no se pudo dar. Nunca se supo la razón, pero pudo haber tenido que ver con un eventual cruce con el show de Paul McCartney en El Campin. A lo mejor se temía que no fuese a tener el mismo arrastre. El disco que lo trajo finalmente, ‘Chasing Yesterday’, sonó con fuerza en la radio gracias especialmente a “In The Heat Of The Moment”.
Estaba casi que asegurado extraoficialmente desde julio del año pasado que venía, pero sólo hasta octubre pude respirar tranquilo cuando lo vi confirmado en la alineación de Estéreo Picnic. Por esos días yo había dicho que no planeaba volver al Festival a menos que estuviese Noel en la nómina, pues era el último artista que me faltaba por ver en vivo luego de ver en ediciones anteriores a Caifanes, New Order y Kasabian. Además que me sentía un poco hastiado de los conciertos.
Por eso cuando finalmente lo confirmaron en el cartel, decidí hacer un último esfuerzo para asegurar mi presencia por quinto año consecutivo en el evento. Ni siquiera quise esperar para ver en qué día iba a presentarse. Opté por no especular y comprar el combo para garantizar sí o sí que estaría viéndolo.
El primer día de Estéreo Picnic mientras veía las bandas, estaba pendiente de los detalles de la llegada de Noel al aeropuerto por parte de las personas que fueron a recibirlo. Me decían que había retraso en el vuelo, que la tormenta arruinó algunos equipos en El Dorado, que lo habían desviado hasta Cali… en fin. Una noche larga y una madrugada que lo fue todavía más hasta que recibí la confirmación de que había llegado sin más imprevistos a medianoche.
Dieron las 10 de la mañana cuando finalmente me desperté. Me alisté para salir de mi casa con una total incertidumbre de lo que pudiera pasar. Al llegar a la fila me encontré con el club de fans de Noel, hice bulto, no hablé mucho y estaba en otra parte mientras ellos hablaban emocionados sobre lo que se venía. Mientras tanto las nubes pintaban más amenazantes que nunca.
Y cumplieron su advertencia. Cuando hicimos el ingreso, una tanda de granizo tamaño camioneta y cerca de una hora de lluvia torrencial pusieron a prueba su resistencia. Muchos de ellos incluso se enfermaron por permanecer ahí guardando sus posiciones según me contaron después. Yo me salvé de mojarme porque justo en ese momento estaba en el baño y aguanté un buen rato dentro del cubículo. Aunque no me pude volver a encontrar con ellos después de eso, si me encontré con un amigo con el cual estuve el año anterior viendo a Kasabian.
Nos pusimos a hablar entre el público de como aun sabiendo que debíamos esperar una hora luego de que terminara Alabama Shakes no sentíamos eso como una eternidad tan grande comparado con otras ocasiones. Concluimos que habíamos madurado, luego de tantos años yendo a conciertos regularmente.
Finalmente las luces se apagaron faltando uno o dos minutos para las 10 de la noche. Suena por los parlantes “Shoot A Hole Into The Sun”, un remix que hizo The Future Sound Of London para Noel y (al parecer) lo único que quedó de un fallido disco en colaboración entre ambos. Los globos azules y blancos en referencia al Manchester City dijeron presente y finalmente sale Noel, con los brazos levantados sabiéndose grande entre todo el resto del cartel, a lo cual naturalmente se respondió con un rugido de aprobación.
Si señores, pagamos por ver al personaje completo y no íbamos a ver menos que eso.
En ese momento Jeremy Stacey le da a la batería con un patrón conocido y arranca “Everybody’s On The Run”. Mi amigo atina en ese momento a darme las gracias a lo que respondo con una euforia apenas disimulada.
– Todavía no me dé las gracias. Esto es apenas el principio.
Cuando entró la voz de Noel en esa canción me quité un peso enorme de encima. Esa batería golpeando con fuerza y ese ritmo tan rompedor, tan cargado de épica parecían decirme “por esto jodimos tanto todo este tiempo…”. Y sí.
Turno de “Lock All The Doors” y a saltar. Un gesto tan elemental como rozar las cuerdas de la guitarra contra la base del micrófono desataba la locura entre mis acompañantes, mientras se nos permitía apreciar a unos músicos totalmente metidos en su cuento y perfectos para darle vida a la fase por la cual transita actualmente la carrera de Noel. Russell Pritchard (ex-The Zutons) en el bajo y Tim Smith en la guitarra son como sus escuderos, cada uno aportando y acompañando la canción con lo que sabe. El primero con notas esenciales pero siempre certeras, y el segundo con un estilo más crudo del que podía caracterizar a, por ejemplo, Gem Archer cuando cumplía esa labor en Oasis.
Los coros del publico entraron por primera vez con propiedad en “In The Heat Of The Moment”, al igual que la Telecaster. Fue curioso que cuando cantó el verso ”That loving man ain’t no Rolling Stone” fue recibido con un rugido de aprobación por parte del público. No creo que supiera la forma en que lo interpretamos todos esa noche, luego de escuchar el día anterior a The Kitsch y Electric Mistakes mofarse abiertamente de lo que ocurría con las Satanicas Majestades en El Campin.
Concluida la canción Noel da las gracias en inglés y español para pasar a interactuar un poco con el público.“It’s been a fucking long time. Finally we made it. And in thefucking rain” dice, haciendo referencia a tanto tiempo de espera para verlo en vivo en el país y al mal clima del día, cosa esta última que debió saberle a gloria a los que resistieron el granizo, la lluvia y el frio durante las 6 o 7 horas anteriores.
Acto seguido introduce “Riverman”, donde los vientos se suman en una modalidad medio jazzera a las guitarras y al teclado de Mike Rowe. En términos estrictamente musicales, fue una de las canciones más destacadas de su presentación. A continuación, Noel dice que va a tocar “una canción de su banda favorita de todos los tiempos. Probablemente la conocen”. De esa forma llega la sorpresa de la noche (que no fue “Wonderwall”, no insistan) sino “Half The World Away”, un b-side de los tiempos de Oasis.
Realmente no podía creerlo. No la había tocado en los conciertos de México de esa misma semana, pero tal parece que vio una encuesta que se publicó unos días antes en el evento de Facebook para elegir una canción que le pudiéramos pedir esa noche. Ni siquiera nos dejó corearla, simplemente fue a por ello. Bien por nosotros.
Luego de escuchar una siempre energética “You Know We Can’t Go Back” del Chasing Yesterday, y mientras se escucha del grito de “Ole, ole, ole, Noel, Noel” a la par que el propio Noel se señala a sí mismo, llega el momento de que todo el Estéreo Picnic se una a una sola voz.
Fue gracioso que la mayoría del público no se dio cuenta que estaba tocando “Champagne Supernova” sino hasta que cantó los primeros versos. Nosotros nos dimos cuenta al instante, pero cuando escuchamos ese rugido de aprobación del público cuando comenzó a cantar pensaba como “¿Hasta ahora se dan cuenta?” Como lo viene haciendo durante esta gira de ‘Chasing Yesterday’, es una versión que se basa en los arreglos que predominaban en el primer álbum en solitario. No me había dado cuenta, pero tocada así suena un poco a “Movin’ On Up” de Primal Scream. Especialmente por la forma en que el piano de Mike Rowe resalta la melodía dando en las notas correctas.
Concluida la canción, llegamos a lo que podríamos denominar un momento de transición. Noel toma de nuevo la Telecaster mientras ve a un grupo de mexicanos a los cuales dedica una más para saltar: “The Mexican”. Otra del Chasing Yesterday que se sintió con una crudeza impropia de Noel. Parecía más algo que hubiesen podido grabar los Stones en Exile On Main St si hubiesen pulido más la producción. Le sigue “Digsy’s Dinner”, otra de Oasis que viene tocando habitualmente en esta gira y, debo admitir, suena mejor ahora que en su versión original. Somos menos los que saltamos a su ritmo, pero el público que para ese momento es más numeroso por quienes van a esperar a Florence And The Machine parece disfrutarlo igual.
Como una especie de simulacro para lo que se viene, Noel toma la acústica y rinde una versión muy bonita de “If I Had A Gun”. Vi a lo lejos a una pareja besarse mientras sonaba y solo podía pensar en dos cosas: una, la lluvia cayendo y ellos en lo suyo parecían los del video de esa misma canción. Dos, parecía el momento para dejar su nombre puesto para siempre en la historia de Estereo Picnic. Y por qué no, en la historia de los conciertos en Colombia.
Y entonces… “Wonderwall”.
Hubo magia festivalera en esos minutos. Algo inusualmente natural en ese cuadro que resultó escuchar a miles de personas cantando el coro mientras la lluvia seguía cayendo, hizo que las lágrimas brotaran sin piedad entre la mayoría de los presentes. Ese momento fue como la redención que acostumbra la balada britpop que esa canción inventó, llevada a un plano real. Es el tipo de cosas por las cuales uno se siente privilegiado de estar ahí, porque sabe que volver a vivir algo así será muy difícil. No estoy seguro de si lloré en ese punto, pero creo que sí. Lo que me impide saberlo es que la lluvia me caía en toda la cara mientras cantaba a viva voz. Me sentí en ese punto, literalmente, salvado.
Para compensar la sensación que suele tenerse de que no es lo mismo sin Liam cantándola, Noel elige hacerla al estilo del cover de Ryan Adams. Para el concepto que rodea a los High Flying Birds, no podría funcionar mejor.
Se va acercando el final y esperamos por “The Masterplan”. Noel empuña su emblemática Gibson roja, le dedica la siguiente canción “a todos los hinchas del Manchester City” en referencia a los seguidores que lograron colar camisetas del equipo en el evento y las llevaban puestas por él. Lástima que yo simpatice más con el Chelsea y en parte por eso no llevara camiseta del City, pero igual “AKA… What A Life” sonó tremenda. De nuevo, inusual para lo que acostumbra Noel pero por eso mismo genial. El piano de Rowe va a medio camino entre el house y el britpop mientras que Stacey aporta el frenesí en los tarros.
Acto seguido, Noel agradece al público y dice algo como “tuvieron que pasar 22 años para venir a este país. Espero que no pasen otros 22 para regresar”. De esa forma y mientras la lluvia sigue cayendo sin piedad sobre nosotros, da paso a la última canción de la noche, aun a costa de la decepción de muchos que queríamos oír “The Masterplan”.
De “Don’t Look Back In Anger” hay dos momentos que debo destacar. Uno, ver como mi amigo al momento del coro se da la vuelta para ver al público gritarlo a todo lo que daba la garganta. Estaba pasmado mirando eso mientras las lágrimas recorrían sus ojos. El otro, ver a Noel aplaudiendo a la audiencia cuando terminó la canción. Era una señal, supongo, para decir que no era la última vez que lo veríamos por aquí.
Cuando el concierto terminó miré a mi compañero. Tenía la mirada perdida, no podía asimilar lo que acababa de ver. Le dije “Listo” y me abrazó llorando, dándome las gracias aunque realmente no sé por qué. Pero miren como es la vida: el año pasado él tuvo que consolarme mientras me quebraba luego de ver a Kasabian y ahora los roles se intercambiaban. Fue potente darme cuenta de eso.
En ese momento sólo me sentía tranquilo de ver luego de una espera larguísima en carne y hueso a la persona que sin saberlo (y hasta sin importarle) salvó mi vida y me inspiró a ser el mejor en cada cosa que hago, así como a seguir mejorando cada día.
Salí de allí a encontrarme con otros amigos. Uno de ellos había llegado tarde al Estéreo Picnic por los trancones de la Autopista Norte de ese día por la lluvia. Lo primero que me dijo fue que todo eso dejó de importar luego de verlo. Y no lo culpo. Mientras tocaba Florence And The Machine, solté algunas lágrimas que mis acompañantes no notaron, recordando nuevamente ese tiempo en el que odiaba a Noel Gallagher. Hoy puedo decir que viví la experiencia más inspiradora y memorable que pueda ofrecer un concierto.