Reseña: David Bowie – The Next Day

Por: Daniel Ospina 

Si hubo un disco inesperado por encima de todos, es sin duda el vigesimoprimero de David Bowie. Pasaron diez largos años en los que el camaleón del rock salió de la vida pública (en cierta forma eso aún no ha cambiado mucho) debido a problemas de salud que le hicieron cancelar la gira de su álbum Reality en 2004.

Las pocas apariciones notorias que hizo hasta comienzos de enero de este año incluyeron una reversión de su clásica «Changes» para la banda sonora de Shrek 2 y su participación en el homenaje a Syd Barrett en 2006 interpretando «Comfortably numb» con el guitarrista David Gilmour y una colaboración con Alicia Keys en un evento benéfico en Nueva York ese mismo año.

Luego de eso, silencio. (Bueno, al menos musical). Durante ese periodo David fue muy reticente y reservado a regresar a la música, solo el sabrá las razones, pero a lo largo del disco y a lo largo de la campaña de promoción (o de no promoción) que se orquesto parece claro que Bowie buscaba analizar a la perfección qué quería el, qué quería el público, qué quería la industria y al tiempo buscaba la forma de adaptar su discurso habitual a un planeta que no es el mismo del 2004.

Debió escuchar mucho de las bandas que ha influido, porque en esa dirección se encaminó. El objetivo en The Next Day se concentra principalmente en rescatar la Trilogía de Berlín en una buena parte de las canciones, aunque ahora con una perspectiva que pasa por encima de la historia que rodeo estos tres discos: la de la globalización (cosa más clara cuando se mira la portada: una ruptura parcial con el pasado). Una campaña de ese corte (reservado con la promoción, sin declaraciones a la prensa, secretismo en cada proceso) no se veía desde, salvando las distancias, Radiohead con Kid A.

El reflejo de esa influencia y de ese objetivo se ve en el teclado sostenido y las guitarras borrosas de «Love is lost», en «If you can see me» que de paso rescata al Bowie electrónico de los noventa con una batería deudora del drum and bass, y en la nostalgia que siente David por esos años viviendo en la capital alemana en «Where are we now?».

Lo curioso es que aquí vemos a David Bowie repasando lo mejor no solo de su glorioso periodo berlinés, sino de toda su carrera. «Boss of me», «I’d rather be high» y «Dirty boys» (esta última en forma de blues) apuntan al periodo Station To Station. Hay también una revisión de su etapa Scary Monsters en «How does the grass grow?», «The next day» y combina dicho estilo con el glam de sus inicios en «The stars (Are out tonight)».

Hablando de sus años Ziggy Stardust, «Valentine’s day» es un pastiche preciso de esa época, aunque es una verdadera lástima ver limitado eso en una sola canción. Pero si lo que se quiere ver es al Bowie más pop, hay bastante de ese en «Dancing out in space», que usa un riff deudor de «Blister in the sun» de Violent Femmes y en «(You will) Set the world on fire» que usa el riff de «Sixteen saltines» de Jack White con una ligera modificación, pero que en poder de David ya no tiene nada que ver con el ex-White Stripes. ¿Es coincidencia lo de usar dos riffs de dos éxitos alternativos? Para fines comerciales y bajo mi criterio, lo dudo mucho.

La parte interesante esta sin embargo esta en el cierre, mas acústico en «You feel so lonely you could die» que recuerda el estilo de «Space oddity», y más sinfónico en «Heat», esta última que pide a gritos una banda sonora que la acoja.

El éxito de ventas (unas 50.000 copias en los dos días que lleva en las tiendas) lo dice todo: además del hype que lo rodeo, es una colección interesante de letras, estilos y enfoques musicales en los que Bowie se mueve a la perfección, y en los que se ha movido a la perfección en todos estos años.

Es mucho más que una réplica de Heathen y Reality: tiene una urgencia de demostrar algo a todos que no se veía desde Black Tie White Noise, pero tan directo musicalmente como no lo era desde Let’s Dance o Scary Monsters And Super Creeps. Y que el éxito que tiene se deba su «no promoción» habla muy bien de la figura que sigue representando más de 40 años después de su aparición en el ámbito musical.

Aunque «Love is lost» fue amor a primera escucha, recomiendo «How does the grass grow?». Tiene un sabor retro irresistible y la letra es bastante perturbadora. Además de que el intro es uno de los puntos más altos del británico en toda su carrera.

Aquí va «Dirty boys».