Por: Daniel Ospina Seguir a @TheMockMan
Siempre preferí a The Clash por encima de los Sex Pistols. No solo por tener el carácter explosivo del que también alardeaban los creadores de «God Save The Queen», sino porque lo que con Rotten y compañía era «no esperar futuro para nadie», con Strummer y asociados era advertir que «las mejores oportunidades son las que no te ofrecen». Decían que las cosas andaban mal con Inglaterra, pero dejaban claro que el cambio dependía de quien estuviera dispuesto a salirse de la zona de confort. De eso habla «Career Oportunities».
The Clash siempre lanzó discos con carga política. Todos los tenían. En ese ámbito siempre fueron más directos que los Pistols, siendo de los primeros en encuadrarse directamente con la izquierda. Pero lo que hace especial el primero de The Clash es el hecho de que las letras y la música iban completamente de la mano, cosa que en los siguientes discos se perdió un poco. Porque si bien seguirían creando grandes letras, London Calling logro su status de leyenda por ser el «disco fusión» por excelencia, más que por su contenido lírico.
El debut además de ser el disco más importado de la historia de los Estados Unidos, tenía el espíritu de los Ramones (dicho por la misma banda): sin interrupciones, directo, osado y a veces insolente. Pero especialmente consciente de su lugar en el mundo, cuando todavía valía la pena luchar por y para la masa oprimida. Anticiparon el por qué del britpop (invasión de los estadounidenses y estancamiento de la sociedad londinense) en “I’m So Bored With The USA” y “London’s Burning”, denunciaron con rabia el abuso de autoridad y la recesión británica en “White Riot”, “Career Oportunities”, “Hate & War” y “Police & Thieves”, desafiaron el tabú de usar el condón en “Protex Blue”, y se dieron el lujo de meter algo de comedia en “Janie Jones”, “Garageland” y “Remote Control”.
Pero el homónimo de The Clash no era un álbum más con guitarras mal ejecutadas, como solía calificarse al punk en esos años. Primero porque entre la inspiración «ramonesca» y el mayor refinamiento de Joe Strummer y Mick Jones arrojaban resultados más melódicos que los de sus contemporáneos. Y segundo, porque ya en canciones como “Hate & War”, “Protex Blue” o “Cheat”, daban indicios de que el rockabilly o el country eran inspiraciones importantes en sus todavía primitivos rasgueos. Mención aparte para “Police & Thieves”, un cover a la canción de Junior Mervin, originalmente escrita por el legendario productor Lee Perry, siendo la única que supera los 3 minutos de duración, extendiéndose a los 6.
Con ese disco, The Clash portaba la esperanza para una generación de bastardos que se encargaría un tiempo después de llevar la música a límites inimaginables, siendo que ellos se desafiaron a llevar al punk más allá de sí mismo. Cuando entendieron que nadie les ofrecería la oportunidad de armar un motín sonoro, lo hicieron. Y se convirtieron en “la única banda que importa”.