Texto por: Diana Correa Follow @diannalunnareja
Fotografía por: Sebastián Pedroza Vera Follow @Cabronazo__
Toda descripción se quedará corta al definir la experiencia que muchos vivimos en el concierto de Iggy Pop hace algunos días en Bogotá, una noche en la que pudimos deleitarnos con la grandeza de un mortal de 1.71 cm de estatura, de torso desnudo, pelo revuelto y mucho punk en su interior.
La del jueves pasado fue la primera presentación de Iggy en Colombia, en el Teatro Royal Center donde los asistentes (una multitud bastante heterogénea, cabe rescatar) esperaban con ansias el momento de ver por fin a la “Iguana” moverse de aquí para allá en el escenario, mientras que con cerveza o media de aguardiente hacían de la antesala al concierto un calentamiento energético para el momento épico que estábamos por vivir. Alrededor del lugar muchas chaquetas de cuero, gorras con su nombre, ventas de afiches, conversaciones en grandes y pequeños grupos, risas y cigarrillos. Ese era el cuadro que muchos de los que pasaban por allí veían y con el que quedaba claro que estaba a punto de ocurrir algo especial.
Una vez adentro, la cosa pintaba bien, todos con el rostro puesto sobre el escenario para no perderse ninguna sorpresa, una sombra, un movimiento, lo que fuese que indicara que el momento se aproximaba.
El concierto estaba pactado para que empezara a las 9:00 sin embargo, la espera se extendió un poco más de esta hora y la incertidumbre se hacía latente, la cerveza se consumía con mayor rapidez al igual que los cigarrillos… pero por fin a las 9 y media llegó el momento, las luces de colores y los primeros acordes se hicieron sentir y desde que sonó la primera línea de “I Wanna Be Your Dog” “So messed up, I want you here. In my room, I want you here” el concierto ya se veía memorable.
Presentando varias de sus canciones junto a The Stooges como “1969”, “Search and Destroy”, “Down on the Street”, “Loose”, “Raw Power”, o su gran cierre con “No Fun”, así como repasando temas de sus discos como solista que iban desde el más reciente ‘Post Pop Depression’, los más aclamados ‘Lust For Life’ y ‘The Idiot’, y otros menos recordados pero con sus hits bien puestos como ‘Brick by Brick’, ‘Skull Ring’ o ‘New Values’, el setlist fue bien consistente y suficientemente diverso. La gente no se cansó de saltar y bailar al ritmo que imponía Iggy, unos con movimientos exagerados y otros más cautos, de ir y venir hacia el escenario, de abrazar al del lado, de quitarse la camiseta, de gritar, de llorar, de sentir la euforia y la energía del ‘Padrino del Punk’.
Pasando por la embriagadora sensación de escuchar “The Passenger” y “Lust For Life”, presenciamos algo que, creímos, nunca iba a volver a ocurrir: Iggy ya había prometido hace muchos años no hacer nunca más stage diving, pero se dejó llevar por el ambiente y se posó una vez más sobre el público, sobre nosotros, disparando la adrenalina en el ambiente. En realidad fue un momento grandioso, porque vimos a Iggy y a unos músicos acompañantes sobre el escenario que no estaban solo por cumplir el contrato de una gira, sino que los veíamos disfrutando del momento y emocionarse con la entrega de la gente esa noche.
Durante la primera parte del concierto Iggy tuvo momentos en los que desaparecía del escenario. Su voz vital y entrañable se escuchaba pero su cuerpo al estar interactuando con la multitud hacia pensar como si un dios se hubiese apoderado de los parlantes y estuviese cantando. No cabia ninguna duda: esa noche en Colombia la estaba disfrutando a lo grande con su forma de moverse, de bailar, de agarrar el micrófono y sonreír en el proceso.
Ya en la segunda parte los latidos del corazón de todos los que estábamos ahí se unieron a los compases de cada canción que sonó; “Repo Man”, “Gardenia”, “Loose” y “Candy”, nos hicieron subir y bajar como en una montaña rusa, guiados por cambios enérgicos musicalmente y ruidosas melodías, hasta llenar de éxtasis todo nuestros cuerpo.
Para la despedida, la emoción incontrolable fue gracias a “No Fun”, que cerró con broche de oro una hora y cuarenta minutos de concierto, en las cuales pudimos escuchar 21 canciones. Con una gran ovación del publico, nobles agradecimientos de Iggy y con las manos hacia el cielo en un coro de 5 minutos que retumbó en el Royal Center al grito de “Iggy, Iggy, Iggy…” hasta ver su cuerpo alejarse del escenario, terminaba el que probablemente haya sido el mejor concierto internacional que hayamos visto en Colombia este año.