Cada vez falta menos para ver a la banda que hasta hace algunos meses pensábamos, nunca veríamos por esta tierra. Eso dejó de ser un sueño en junio cuando anunciaron oficialmente la visita de los liderados por Alex Turner a Colombia, el próximo 4 de noviembre. Pero antes de que se llegue el día, quisimos contactar a uno de los seguidores más fervientes de Arctic Monkeys, quien atravesó parte de Latinoamérica para verlos hace algunos años. Aquí está su relato:
Por: Camilo Arevalo Follow @paanche
5 de abril de 2012.
Hace unos meses pregunté a través de mis redes sociales, si alguien iba a ir a verlos en Lollapalooza Chile, tenía planes de ir y quería saber si alguien más se sumaría en la travesía… Llegué ayer de Chile, y fue putamente increíble. Voy a contar toda la experiencia, puede que no le interese o puede que quiera leerlo para ver cómo fue, igual lo voy a contar.
Desde el año pasado estaba planeando el viaje y no sabía qué esperar, ni siquiera sabía si las cosas se iban a dar. Fue hasta una semana antes del festival el plan tomó forma; los pasajes y la estadía los pagué dos días antes de viajar, y cuando menos lo esperaba, me di cuenta que ya estaba en el aeropuerto a las 2 de la mañana reclamando mis pasabordos. Era la primera vez que salía del país, y lo hacía solo, mis amigos no tenían con qué pagar un viaje, ningún conocido viajó a verlos (aunque vi una que otra bandera colombiana en los shows del festival). Estaba cagado del susto, no conocía un aeropuerto más allá del paso a inmigración, no sabía qué iba a pasar, pues me esperaba un viaje de más de 6 horas con una escala y otra espera de 5 horas el aeropuerto de Panamá. Fue molesto y desesperante.
Cuando llegué a Santiago, el calor de la noche me hizo reflexionar sobre mi equipaje: debí haber llevado pantaloneta y no jeans, ahora sabía que el clima iba a ser peor de día. Me levanté muy temprano para desayunar bien, una primera comida para no preocuparme por almorzar, ni dejar el puesto que iba a conseguir, quería estar lo más cerca posible.
Cuando llegué al Parque O’Higgins, compré mi boleta, y tal como lo predije, el sol estaba asesinándome, y más porque tenía una camiseta negra de Arctic Monkeys que recibía todo el sol y me quemaba. Nada me importó, solo hice la fila y entré muy rápido, tan rápido que fui uno de los primeros en comprar el merchandising de la banda y además, conseguí un puesto en segunda fila, del lado de Jaime. Desde las 12 del día me cuadré ahí, y solo salí una vez para ir al baño, mojarme la cabeza y comprar una gaseosa. En el resto del día no me moví de ese puesto, me aferré al espacio como si mi vida dependiera de ello. Tuve que ver actos que no conocía, Gogol Bordello, el vocalista de Bersuit, una banda llamada los Jaivas, estos últimos le dieron el toque más bizarro al día. Después de ellos, sería el turno de Arctic Monkeys.
Lo cierto es que a ninguno de los shows presté la mayor importancia, porque yo sabía por lo que iba. De espera en espera, me di cuenta que en Santiago anochece entre las 7 y las 8, eso significó un día completo soportando el sofoco del sol, que por el pronóstico del clima estaba sobre los 30°C. Pero nada de eso importó, yo seguía esperando, y antes de las 7 ya se veía una batería con el diseño de la bandera del Reino Unido y un letrero en letras rojas pegadas al bombo que decía “Arctic Monkeys”. Cuando sacaron la batería, la gente gritó de emoción, y el ambiente empezó a calentarse, se formó una montonera en la que apenas se podía respirar y sacar los brazos, así fue empeorando hasta el fin del show. Recuerdo a la gente del staff riéndose, porque cada vez que hacían una prueba con los instrumentos o con los micrófonos, todos gritaban, seguro es algo que no ven con frecuencia y tal vez les causaba gracia.
Después de un rato, todos en el público nos volvimos paranoicos. Nadie se quería correr un centímetro de su posición, nadie quería que le hablaran de otra banda, nadie quería hacer otra cosa que esperar, además con cualquier movimiento detrás de la tarima, la gente esperaba que saliera Matt o cualquiera de ellos a mirar el escenario. Finalmente eso nunca pasó, solo éramos nosotros, esperando, con los pies adoloridos y ni siquiera había empezado el concierto…
A las 8 de la noche, cuando el programa de Lollapalooza anunciaba el inicio de la presentación de AM, el aura del festival cambió. Todos los que habíamos esperado en las filas desde el inicio de la jornada, aguantando ese calor infernal, soportando el tumulto, las pisadas, el cansancio, cambiamos cuando la banda llegó y se bajó de una van a través de la tela negra y transparente que ponen debajo del escenario. La euforia fue total, porque además de los gritos, la gente de los países de abajo del continente le hace barra a lo que sea: cantan, alzan las manos, bailan, saltan, como en un partido de fútbol; de hecho, justo antes de que salieran, estábamos calentando con barras y con gritos para la animarlos a dar el primer paso en el escenario.
A las 8 de la noche, cuando vimos a la banda subir, los ánimos alcanzaron su punto máximo, podía escuchar gritos de toda la gente, aplausos, cámaras encendidas grabando y tomando fotos, y yo, que no había hablado mucho en todo el día, no podía dejar de gritar por verlos así de cerca, no lo creía: por fin los estaba viendo. Cuándo empezaron me di cuenta que estaban tocando el setlist de México, así que empezaron con Don’t sit dow ‘cause I’ve moved your chair; la gente brincó, cantó, y esa fue la dinámica de casi todo el concierto, menos en las canciones que no eran tan conocidas, en las que la gente escuchaba y animaba a la banda.
En un segundo plano, escuchaba gritos de niñas pidiéndole a Alex y a Jaime que se casaran con ellas, cero respuestas, cero sonrisas. También se escuchaba a la gente corear muy fuerte, lo que opacaba el sonido de la banda; hubo letreros hechos para ellos, el espacio estaba lleno de las mismas cosas que hay en cualquier concierto, solo que este era el concierto de los putos Arctic Monkeys, y por ende, cualquier cosa era especial. Para todos los que estábamos ahí era increíble. El concierto fue un recorrido por todos los álbumes, aunque siento que dejaron de lado un poco Humbug, porque solo tocaron Crying Lightning y Pretty visitors. En el encore, tocaron R U Mine?, Fluorescent Adolescent, y cerraron con 505, mi menos favorita de todas las canciones. Fue bestial, me faltaba el aire, no podía sacar mis brazos del tumulto ni para tomar una foto y mucho menos para grabar un video, eso me robó mucha energía y me hizo sentir indispuesto de vez en cuando durante el show.
Pero definitivamente lo más grande de todo fue escucharlos, más allá de verlos. El sonido que tienen, la presencia, los solos de Alex, las baterías de Matt, las estrofas de puro bajo de Nick, y ese acompañamiento de Jaime en The hellcat spangled shalalala, me hizo pensar en lo bien que suenan en vivo, y en lo pobres que son interactuando con el público: esos comentarios genéricos de Alex, lo que dice noche tras noche en todos los conciertos, y el silencio de los otros tres; pues eso al final no importa, yo iba a escucharlos, a verlos, y lo logré.
Después del show, todo el público se dispersó y yo empecé a caminar como borracho por toda la energía que ya no tenía. Mi camiseta estaba lavada en sudor y no olía precisamente bien, hasta ahí llegó el día, me tomé una gaseosa helada y me fui al hotel, donde me bañé y caí dormido. No me acuerdo de nada, como si de verdad estuviera borracho.
No fui al hotel donde estaban, ni siquiera los busqué en el festival fuera del escenario, para mí fue suficiente con verlos. Después de aguantarme el viaje, de subirme con miedo a un metro esperando no pasarme o perderme, de quedarme sin plata el primer día, nada importó. Los vi y ellos no me vieron, a ellos no les importó si yo iba o no, pero finalmente los vi y me di cuenta de lo mucho que necesitamos en Colombia que vengan, que no es suficiente un streaming de un concierto, no es suficiente que el álbum lo vendan acá, es necesario que los traigan. Lo más triste es que hasta el día en el que los empresarios quieran y/o puedan traerlos, nosotros tendremos que seguir pensando en en viajar y aprovechar el chance de una gira cercana, como en mi caso. No me arrepiento, solo desearía haber vivido eso en mi país.
Acá está la presentación completa para que se vayan preparando: