Breakfest 2016: una nueva mirada musical de Medellín

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Por: Joseph Llano Follow @aedeanllano

Fotografía por: Juan López

Durante años Medellín ha sido un importante epicentro musical para el país, no tanto por la cantidad de propuestas que de allí salen, sino por lo que estas representan, un conglomerado de piezas importantes en la construcción sonora nacional, que a lo largo del tiempo han fijado un paradigma a través de su expresión e innovación frente a los géneros tradicionales, llegados a la ciudad desde distintas partes del mundo.

Poco a poco la capital paisa se ha convertido en un referente del desarrollo de la industria cultural del país, que a medida de los años ha crecido, quizá no de una forma generalizada, pero sí hacia un horizonte. Con un destino bajo sus espaldas Medellín empieza a descentralizar de Bogotá la oferta en materia de música, dando los primeros avances para la distribución que necesitan los nuevos públicos, ansiosos, animosos y deseosos de recibir este tipo de experiencias.

De esta manera, aunque la historia de los festivales privados en el territorio nacional ha sido reciente, cada vez el número de espectáculos de este tipo que se dan en nuestro país ha ido en aumento, dándose por primera vez la gran oportunidad de estos para la capital de la montaña hace 3 años cuando nace el Breakfest, que ha mantenido un crecimiento constante, paralelo a su posicionamiento como el segundo gran referente en el país, después del Festival Estéreo Picnic.

Por eso, decidimos embarcarnos este año en aquel festival del que todos hablaban y del que quienes habían ido traían grandes noticias, no queríamos dejar de pasar la oportunidad de disfrutar por primera vez del Breakfest y encontrar nosotros también la manera de tener un balance de la movida a lo largo de las distintas latitudes del país.

Fue así que nuestra primera parada nos llevó a la Terminal del norte en la noche del 30 de septiembre, dispuestos a viajar 8 horas sin saber a dónde nos quedaríamos y lo que haríamos posterior a nuestra llegada, pero eso poco importaba, teníamos una misión y había que aventurarnos a cumplirla. Tras viajar por carretera un largo tiempo, escuchando podcast de música, contando anécdotas y riendo hasta el punto de ser callados por otros pasajeros, finalmente llegamos junto a Alejandro Oyente, a Medellín, él por primera vez y yo en mi segunda, después de visitarla el año anterior para ir al festival Altavoz.

Algo confusos salimos de la terminal y llamamos a Alejandro Echeverri (amigo de la casa) pidiéndole ayuda sobre la noche que íbamos a pasar allí. Rápidamente conseguimos donde quedarnos y en medio del camino vimos en la portada del periódico gratuito local al vocalista de TELEBIT, que grata sorpresa, apuramos lo más que pudimos y salimos rumbo al Parque Norte para vivir la fiesta de aquel 1 de octubre en la ciudad.

Apenas pisamos el sitio sonó la música de Señor Naranjo, Alejandro Oyente estaba ya emocionado, hace mucho había seguido a esta banda e incluso me la había presentado para una lista de reproducción que curamos juntos, lastimosamente aún estaba solo el escenario y fuimos pocas personas que vivimos un show cargado de buenas canciones y una experiencia en vivo en la que vale la pena estar, al tiempo nos encontramos con nuestro otro equipo de trabajo y coordinamos nuestras tareas para aquel día.

En el mismo momento estaba en vivo Frente Cumbiero en el escenario Bosque, nos fuimos sumergiendo en los caminos que a él daban, entonces apareció ante nosotros la primera atracción mecánica: “los carros chocones”. Hace tiempo que no me montaba en algo así, no era larga la fila, había que aprovechar. Con Alejandro Oyente compartimos las mismas ideas, era un gran atractivo, era sorprendente vivir una fiesta de aquella manera, en lo personal, siempre soy muy feliz montando en estas cosas, será porque cuando tenía menos edad no me dejaban montar en nada por ser tan bajito, vivida la dicha, salimos al escenario a ver un set lleno de cumbias.

Llegados al lugar, vislumbramos un sitio mágico, lleno de árboles, hamacas y una ambientación que le daba vida a un escenario pequeño fantástico, fue una especie de amor a primera vista, un lujo que pensé en algún momento, no pueden darse los eventos multitudinarios que tienen que ampliar las plazas para que el público pueda disfrutar de los shows que estarán allí.

Acabada la presentación del set de Frente Cumbiero en la cabeza de Mario Galeano, salimos a recorrer el parque y ver qué otras cosas se podrían disfrutar, nos guiamos por el mapa y Alejandro dijo algo como “Ve, acá hay una montaña rusa ¿Será que está abierta?” efectivamente avivó de nuevo nuestro niño interior; corrimos a hacer la fila y lo vi gritar un montón al tiempo que ambos reíamos, bajados de la atracción nos encontramos con Alejandro Echeverri y tras hablar fuimos a comer.

Por cosas de tiempo, fue una lástima no haber visto en vivo a TELEBIT y a Popstitute, sin embargo llegamos a vivir la frutalidad floral de Caloncho que envolvía el sol que caía bajo las guitarras de su banda, había algo de balada, algo de fiesta, una calma animada y un calor amigable, otra vez llegó la tentación, salir a las dos últimas atracciones que nos quedaban, es muy raro que algo nos distraiga de ver a un artista, pero así son los festivales, una diversidad de ambientes para recordar junto a los amigos, por allí pasamos un buen tiempo, nos empapamos y salimos a Molotov.

Aterrizados a un escenario repleto, lleno de clásicos, en vivo estaba una de las bandas más importantes de Latinoamérica, cantamos, saltamos, vivimos y sentimos temblar el piso del Parque Norte en canciones como “Puto”. Se bajaron ovacionados, con un montón de fanáticos pidiendo más, luego fuimos para esperar a uno de los que más queríamos ver en la noche Capital Cities.

La energía que desprende todo este combo de músicos y cantantes, se vio alertada por el público que tras verlos emerger en escena ya gritaba a montones, su repertorio cargado de éxitos revivió su trabajo debut In A Tidal Wave Of Mistery con canciones como “I Sold My Bed, But Not My Stereo”, “Kangaroo Court”, todos bailaban y se miraban felices, estrenaron su nuevo sencillo “Volwels”, despidiendo la euforia con “Safe And Sound”, alegres, casi sin ganas de irse, obvio todos no dejaron de cantarla, claro, el éxito radial.

La hora de la ley seca ya había llegado, fuimos a descansar un poco mientras todo seguía lleno. Al momento arrancó Paul Kalkbrenner cargado de beats eclécticos, una fina selección de tracks y vida, salimos a una cita pendiente con Designer Drugs que evidentemente nos desordenó la cabeza, de vez en cuando se enviciaban con algún sonido y luego lo licuaban con otros densos, algo que parecía un ritual lleno de música adictiva y conversaciones incomprensibles entre formas conocidas y secretos que mantenían consigo, si bien habían muchos disfrutando, creo que se sentía una especie de incomodidad, como piquiña, quizá era difícil de digerir lo que allí pasaba, sin embargo un tiempo vital en cualquier momento de un festival, el que vea en vivo un acto de estos, no perderá su estadía allí.

Algo cansados del trajín que nos había mantenido horas parados y al borde de nuestro cuerpo, nos despedimos de la fiesta que trajo a multitud de personas de otros lugares del país, a cada momento nos encontramos bogotanos inmersos en el ambiente, rotando con extranjeros que seguro no se lo perderán para la siguiente edición, un balance que nos dejó muy contentos.

Sin duda es un momento clave en la existencia de varias cosas, la primera, la escena nacional que prolífica se está consolidando para crear nuevos fenómenos del mundo alternativo como TELEBIT; la segunda, los escenarios, que están permitiendo al igual que industrias culturales desarrolladas de otros países, el posicionamiento de la diversidad territorial, que no sólo trae agentes extranjeros propios a disfrutar lo que acá tenemos, sino que también cambia las conductas del público Colombiano, cada vez más dispuesto a poner esfuerzos para disfrutar de una experiencia, bien sea trasladándose de ciudad, invirtiendo en festivales, conciertos y música.

Hoy nos queda mucho por seguir construyendo antes de dar por superados los retos que siguen en la construcción de una escena sólida, pero hay bastantes razones para sentirse orgullo y declarar un buen momento por todo lo que está pasando, larga vida a los amigos, larga vida a los festivales, larga vida a la música, ¡Larga vida al Breakfest!

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Agradecimientos a: Breakfast Club y T310 | Absent Papa

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