Por: Tomás Niño Follow @Tomaco2000
“Las armas las carga el diablo y las disparan los pendejos”
Japón.
El hombre creador no es igual que cualquier otro, como no lo es el que decide asesinar y el que aguarda con rabia, la diferencia radica en que la primera línea la dijo Proust y la segunda, es la realidad de cualquiera y su vecino. De esta frase puede partir toda una interpretación sobre un director que ha tratado de romper esquemas a partir de una visión creativa, enraizada en México y expandida por el mundo entero, con una mezcla entre filosofía y pueblo.
La capacidad de crear puede llegar a ser la experiencia más liberadora e independiente hecha por el hombre, el éxtasis más puro o el orgasmo más directo. Lo digo porque lo he sentido, no porque conozca estas sensaciones de la mano de Reygadas. Nacido en el DF, en el año 71, éste abogado de profesión decidió dejar a un lado el derecho internacional público, por la urgencia y necesidad de contar a través del cine.
Su actitud es esperanzadora. A pesar del miedo y la inestabilidad que genera el dedicarse a la cinematografía, éste hombre se lanzó al ruedo con Japón, ópera prima con la que consiguió una mención especial en Cannes en el 2002. La historia comienza con un viaje que nos aleja de Ciudad de México, acompañada de una música compuesta por vientos, atrapada en el misterio que prepara un quiebre entre lo rural y lo urbano. Lo más interesante llega con el personaje principal, el Hombre, como se conoce en los créditos, un sujeto que tiene como intención llegar a un caserío para quitarse la vida.
El ambiente en un principio, cargado con muerte y dureza, es transformado por un viaje interno donde el personaje alcanza una sensibilidad que le devuelve la vida a través del sexo y la naturaleza. El interés por el ser humano y los espacios donde habita, son marca recurrente en este director, por eso salto a Batalla en el Cielo, la cual se estrenó tres años más tarde, en el 2005.
Esta vez el espacio escogido fue la ciudad, un ambiente crudo, rudo y tosco que es capaz de absorber almas. La película es una batalla completa que exalta la guerra presente e invisible entre los seres humanos y las súper estructuras: el estado, la iglesia, la religión. La pesadilla no termina ahí, el tormento que viven estos personajes se prolonga con sus relaciones interpersonales, crueles, secas y mezquinas. Batalla en el Cielo es cruda y se siente desde su secuencia inicial, una felación, o, una mamada en términos castizos.
En el 2007 se estrena Luz Silenciosa la cual se desarrolla en el centro de una comunidad menonita, en México. Su protagonista, Johan, encarna un drama común y muy doloroso: hacerle daño a la persona que se ama sin tener intención, pero estando encarcelado por el propio deseo. El dolor y la traición hacen presencia en un mundo implacable que no da tregua ya que el anochecer y el amanecer no dan espera, y el martirio de la culpa, permanecerá ahí.
La última película de Reygadas fue Post Tenebras Lux (2012) por la que ganaría la Palma de Oro en Cannes y tal vez, su trabajo más íntimo. Esta cinta reúne sus posturas sobre un cine cambiante, que siempre está en movimiento, un cine que se aleja de una narración informativa, que por el contrario, pretende hablar sin necesidad de palabras explicativas.
La película cuenta la historia de Juan, personaje que decide cambiar su estilo de vida, junto a su familia, y partir al campo. La película, con una estética muy particular generada por una imagen alterada, expone las temáticas de la insatisfacción humana y los demonios que llevamos dentro.
La visión de Reygadas es particular, odiada o amada. Su interés en la sociedad y su comportamiento, en los choques culturales, en las posturas diferentes de oriente y occidente y en las angustias que cargamos, son una marca de agua más que atractiva para ver su obra. Su posición honesta y sincera, muestra la humanidad poética y violenta que cada individuo carga por dentro, una realidad a la que le tememos pero por la que sentimos pasión cuando la vemos con distancia, en el cine.
