Por: Joseph Llano Follow @aedeanllano
Agradecimientos a Mateo Rodríguez por las fotos
Arranqué mi viaje de Bogotá a Cali un miércoles (Quien iba a imaginar que no querría volver a esta ciudad tan amurallada). Pasaron largas horas mientras la carretera iba avanzando, la belleza del paisaje era ambientada por la música propia de la naturaleza y de vez en cuando por mi repertorio nacional que amenizó las escuchas de los futuros días en la Sucursal del Cielo.
A las 9 de la noche, 13 horas después de salir de la congelada capital, el calor valluno me abrazó.
Iba en bicicleta y no era precisamente el clima, hablo de Cristian, el guitarrista de Timmy Turner quien no sólo me recibió, sino que me hospedó y me enseñó lo mejor de la Sultana. Apenas llegamos fuimos a conocer ‘La Fuente de Soda’, el lugar donde se llevaría a cabo el “The Night Goes Acustic”, evento al que me habían invitado los chicos de la banda. Eran ya las 11 de la noche y nos fuimos a conversar de la “escena”, aparecieron grandes nombres en dicha conversación, ya tenía material para traerme a Bogotá. Hablamos de Desnudos en Coma, Xavier Martinex, La Mambanegra y Electric Sasquatch.
Al día siguiente paseamos en Mío, fuimos a recoger un instrumento para el show y luego de la caminata, bajamos el calor con algo de sabor. Las piernas y el instinto nos condujeron hasta el parque del Cholao, donde una vez más quedé enamorado. Tras comerme el cholao dije: -Vamos a probar «La Lulada»- segundo enamoramiento. Dicen por ahí que uno se enamora una única vez en la vida, era mentira. En el final de la noche hubo un momento de intimidad con la banda, compartí con ellos ensayo, esa relación que habla de su ya década juntos. Cuando creí que no habría más por hacer, todo se volvía infinito. La noche tibia seguía dando a luz a ingeniosos momentos de encanto. Ya en casa de Cristian nos sentamos en la terraza a conversar, luego llegaron Diana y “Borreguito” el vocalista de Orgasmo Depresivo. La noche fue más bonita e íntima cada vez, cada canción se iba amalgando entre experiencias musicales del pasado y cobraba un sentido ahora distinto. Al final la luz se apagó y arrancó el siguiente día.
Llegó el día del concierto, todo estaba preparado, y el toque compartiría fecha con el partido de Colombia contra Argentina (el día en que nos sacaron de La Copa América). Tras acabarse el partido sólo quedaba poner las esperanzas en las bandas para que revivieran el ánimo de los asistentes.
A las 9 de la noche se montó Timmy Turner, banda que arrancó con la autogestión del evento. Los soñadores de múltiples géneros empezaban a compartir escenario en acústico. Eran los papás de aquel lugar, quienes llevaban las riendas del momento, los antecesores de las siguientes bandas en presentarse, la añoranza de la juventud, el reflejo de la madurez y la nostalgia de todo tiempo pasado para los asistentes que desde años atrás son sus fanáticos más fieles. Por eso cada una de sus canciones, hasta las que no han sido lanzadas ya eran coreadas. Se arriesgaron a mostrar su debut en inglés y aunque seguramente muchos no se la sabían por el idioma, entre todos iban tarareando lo que entendían. Se bajaron de nuevo en alto, con infinidad de aplausos, abrazos y felicitaciones al aparecer por cuarta vez en dicho escenario.
Entrada la noche, Carlos Escobar, uno de los gestores en la escena caleña, asumió el bando y bajo su batuta se formó un coro de múltiples voces que exhalaban increíbles sentimientos. Ya me habían hablado de Take Off, pero verlos en vivo me confirmó por qué había escuchado tanto de ellos. No había quien no se supiera una canción y al final todos los amigos se subieron al escenario para cantar en conjunto. El aire estaba invadido por un sentimiento de hermandad, de unión, tan bonito que todos se sentían parte de lo que allí estaba pasando. Una a una pasaron las canciones de la banda y desde ya puedo asegurar que tienen un increíble futuro por delante.
Otra de las propuestas en cautivarme y que seguramente llevaba esperando desde hace rato era al famoso Orgasmo Depresivo. Ellos subieron al escenario una figura en forma de triángulo con un ojo en la mitad, decían que el vocalista era el vivo reflejo de un Andrés Caicedo, así flaco, joven, cansado, un existencialista de culto y un demente reflejado a lo lejos, apasionado por el Grunge y mil veces suicida. Ahí lo teníamos en su forma depresiva, existencialista, con 10 años de carrera encima y un reconocimiento que solo el underground le podía dar.
Transcurría el tiempo y el reto acústico se iba fundiendo, así que la transición de Orgasmo Depresivo a Diana Rodríguez quien era puro pop no se sintió. El espacio estaba embriagado de un romanticismo que muy pocas veces se percibe, normalmente me incomodo en los toques en vivo, pero acá había algo delicioso, como la transición que siente uno antes de dormirse.
Diana se subió con Cristian y juntos pautaron el fluir de las siguientes horas. Así, tras bajarse la gente no se fue, se quedaron a hacer un círculo y juntos como familia, alrededor de la música contaron sus historias de forma implícita, las comunicaron a través de los gestos, los aplausos, los movimientos de los pies y las sonrisas.
Destacó también N.E.U.T.R.A.L. Rap Core, una propuesta que los muchachos querían ver en acústico desde hace tiempo. De su presentación sobresalieron sus líricas contestatarias y con un objetivo consciente, sobre los cambios ambientales, la política y las relaciones humanas.
A las cuatro de la mañana dejamos el lugar, como quien deja la casa, como quien no se lo ha tomado tan enserio para asumir que ya acabó, el que espera a que un shock le diga que ya fue, que era pasado.
Los días posteriores transcurrieron llenos de la banda sonora de aquel día, del olor a Cali que se convierte en sonido y de todo sonido que se convierte en imagen, en tacto, en olor, en el vivo recuerdo de la música. Las bicicletas rodaron por las calles las últimas veces, el calor mantenía una levedad constante. Había una narrativa que seguro permanecerá en mi cabeza mucho tiempo. Cristian contaba sus historias de viajero, de cómo el año nuevo lo vivió en el desierto de La Tatacoa y de cómo quisiera vivir viajando el resto de sus días.
Quedé de irme el lunes festivo, pero las cosas no son como parecen, entonces había que quedarse más, no se puede ir decían y a la vida que es tan bonita no se le puede decir que no. El martes hubo una última Luna. Venus y Júpiter estaban enamorados, andaban viéndose el uno al otro. Listo para partir me comí el último Cholao y llegué a la terminal de transportes, con toda la maleta encima. Partía con la esperanza de volver, pero sobre todo con el refuerzo de aquella idea sobre la música: “No se trata de grandes espectáculos, no se trata de parafernalia, quizás son más valiosas las experiencias a las que está conectada la música que los silogismos comunes sobre el arte”.
Agradecimientos a los chicos de Timmy Turner por invitarnos a participar de este evento, a Cristian Muñoz, Mateo Rodríguez y a su familia por hospedarme y encargarse con gusto de enseñarme la ciudad, a Emmanuel Romero y a su familia por recibirme también en su casa, sobre todo a la mamá que cocina delicioso, a Laura Anaya por compartir sus historias conmigo, por esa dulzura que la caracteriza y los momentos que vivimos juntos, a Diana Rodríguez por retarse a salir a pasear en bicicleta, contarme historias de la ciudad, por abrazarme y reírse conmigo, al final por llevarme a la terminal y gastarme un cholao, a ellos y a todos los que seguro olvidé, por la música, por la vida.