Por María Elvira Espinosa @ElviraMarinovic
La reina Punk del mundo de la moda, Vivienne Westwood, es la madre de la contra cultura hecha tendencia, conservando siempre la integridad de una ideología inmortal. Westwood ha impuesto su estilo evocador de las épocas victorianas con un fuerte choque punk barroco, y tras numerosas décadas ha conseguido mantenerse siempre en la cima del mundo de la moda, creando colecciones legendarias y fieles a la ira musical que trastornó pelos de punta que desde la primera generación punk a comienzos de los años setenta, ha hecho historia. Sus trajes van más allá de la moda pasajera, permanecen no solo a nivel estético como un alarido de justicia, sino que vienen siempre cargadas de un discurso que Vivienne jamás ha dejado acallar, creando a través de la vestimenta una protesta política consciente e incesante.
De los dos conceptos irreconciliablemente opuestos de una ideología ferviente y la voraz comercialización, Westwood ha tomado lo mejor de ambos mundos y entre la mezcla y un gran chorro de pasión, ha creado arte, un arte visual que se toma las calles y nos deja un mensaje más claro que cualquier propaganda vacía, nos dice: «Mi ropa ofrece opciones en una era de conformismo. Son ultra femeninas y promueven el poder femenino en vez de lucir masculinas. Creo que las mujeres deben ser mujeres, y la seducción es parte de eso». Vivienne se mantiene a la vanguardia desde que junto a su ex-esposo Malcolm McLaren (antiguo manager de los Sex Pistols), fundó la tienda de ropa Sex en la Londres de 1974, lugar que ayudó a definir la estética musical del Punk. Hoy en día ha virado su creación de moda hacia el activismo social y político con su nueva marca Vivienne Westwood Red Label.