Por: Erika Botero Follow @ajaclarocomono
Fotografía: Sebastián Pedroza Vera Follow @Cabronazo__
La noche en Bogotá fue fría alrededor del mágico Castillo Marroquín; como si supiera del invitado que se aproximaba, la neblina no pudo armonizar mejor con los atuendos de los asistentes: capas centelleantes, adornos plateados en la cabeza, maquillajes en blanco y dorado…
Para sorpresa de muchos no llovió en la capital, y con un público de buen humor Hayden James comenzó la noche. Sus sonidos suaves y placenteros envolvieron el lugar, sus frescos beats rompieron el hielo y crearon una velada más cálida.
Éxitos de este australiano como «There’s Somethin About you» y «Permission to love» relajaron nuestros músculos, soltaron nuestros cuerpos y nos prepararon para la descarga de música que se venía.
El escenario se apagó y una increíble introducción comenzó. Sonidos galácticos acompañaron la salida de cuatro bailarinas que lentamente entraron al escenario. El puesto de mando de la nave espacial (que era lo que parecía, en vez de un simple micrófono) se iluminó. Entre luces y humo Luke Steele dio inicio a esta expedición astral con la canción «Old Flavours», la atmósfera se impregnó de sonidos disco y riffs agradablemente marcados.
En seguida los sintetizadores y las guitarras acústicas abordaron la nave con «DNA». Con luces violetas las bailarinas vestidas con trajes de látex coreografiaron hipnóticamente esta canción, jugando con gráficas de flores y formas psicodélicas de fondo.
Después de un par de canciones un enigmático hombre apreció en la pantalla gigante y sostuvo un diálogo con Steele, este fue el pie de entrada para «We are the people». La emblemática canción estalló inmediatamente el lugar y las bailarinas entraron con guitarras falsas a danzar con ellas.
Y es que es necesario destacar el trabajo de estas mujeres que le dieron un valor agregado a cada canción; cambiaron entre canción y canción de atuendos, siempre con el rostro oculto, con cascos geométricos o vendajes peculiares, alas gigantes tornasol, hombreras de plumas, etc… Vestidas como criaturas extravagantes provenientes de otro planeta recorrieron toda la escenografía de una manera impecable y coordinada.
El escenario de repente se transformó en un videojuego de carreras, que al ritmo de «Celebrate» nos introdujo en un mundo más ochentero gracias a su potente ritmo. En seguida el lugar se vistió de azul y entraron los teclados más fuertes que nunca acompañados por coros contagiosos en «Ice on the dune», dándole un enérgico toque a la celebración.
En la introducción de «Surround Sound», Luke se vio forzado a interrumpir el show para pedir oxígeno. Así que sin ocultarse tras las cortinas, sin pena, él mismo tomó la máscara de oxígeno de las manos de la señora de primeros auxilios y mientras inhalaba de este, entre alientos y risas pronunció: “¡Wow! ¿Cómo hacen ustedes?”.
Pero nuestros 2.640 metros de altura no fueron impedimento para que el show siguiera igual de intenso. Luke interpretó «I’ll be around», y ahora vestido con una fenomenal túnica plateada rompió la línea de las anteriores canciones con esta melodía, que con un beat pausado se presentó como un abrebocas para el muy esperado éxito «Walking on a dream». El sitio vibró y pudimos corear a todo pulmón esta gloriosa y fantasiosa canción.
Tras un despliegue de agitados tambores y guitarras enfurecidas, Luke emprendió una pelea con su guitarra, la golpeó contra el piso repetidas veces al ritmo de la música y finalmente la destrozó.
La tarima se apagó, ya presentíamos el final. Pero el majestuoso Steele reapareció, esta vez con su famoso casco que evoca la cultura Maya. Con «Standing on the Shore» sabíamos ansiosos lo que seguía, y así fue. «Alive» reventó el lugar, nuestros pulmones se llenaron de vigor. Las incesantes luces doradas y las inmemorables estrofas tocaron nuestras fibras y nos condujeron a un mundo feliz y enérgico. Un acertado cierre que recogió todo lo que Empire of the sun es: vida, baile y ensueño.
Los australianos nos transportaron por algo más de hora y media a una utopía colmada de colores, fantasía y luces. En cada detalle de la presentación el factor sorpresa no faltó. Gracias, Empire of the sun. Por sacarnos por un rato de la Tierra y llevarnos con ustedes.