La muerte de todos nuestros héroes

Por:  Juan Pablo Sandoval @PapoSandoval

El 27 de Octubre, Lewis Allan «Lou» Reed fundador de The Velvet Underground y músico visionario falleció por una falla en el hígado. Sin embargo, ya todos conocemos este fatídico hecho, ya haya sido por el comunicado publicado en la cuenta oficial de Rolling Stones en Twitter, por algún «fan» en facebook, o por aquel que desempolva su alma de rockero para buscar likes, favorites o retweets.

En este 2013, el flujo de información por el cual nos vemos día a día acechados, no solo ha cambiado la forma y desarrollo de nuestra sociedad, sino que le ha dado un giro inesperado a la forma como lloramos a nuestros héroes. Con solo 140 caracteres podemos pretender que siempre hemos sido seguidores de X, que compramos la edición especial el álbum de Y, y sobre todo, que siempre hemos sido los más grandes fans de Z. El día que John Lennon murió, cientos de personajes hicieron fila y lo velaron en frente de su apartamento en Central Park en Nueva York, hoy en día hacemos nuestro luto detrás de un Hashtags, un grupo en Facebook, algún especial que nos presenta la emisora del momento, aquella que es probable nunca haya pasada una sola canción de este artista, aun cuando «reconocieran» su mérito, o peor aún, alguna nota en la sección de farándula del noticiero nocturno donde la presentadora no puedo pronunciar el nombre del fallecido, porque al no conocer quien era, no se preocupó por memorizarlo.

De alguna forma u otra, la muerte de un músico aporta a la leyenda que rodea su figura. ¿Hubiera tenido tanta trascendencia Joy Division si no fuera por la trágica muerte de Ian Curtis? ¿Qué seria del recuerdo musical de muchas generaciones sin la partida de Jimmy Hendrix, Jim Morrison, Freddie Mercury, Janis Joplin y hasta el mismísimo Syd Barret? Todos eventualmente seremos victimas de nuestro propio olvido; No podemos escapar a caer perdidos en el vacío de la memoria.

Es nuestro deber hacerles el homenaje como es debido: de vez en cuando desempolvar esos viejos LP’s y perderse en los largos solos de David Gilmour, en los frenéticos Riffs de Jimmy Page o en cualquier armonía en la que guardemos algún tipo de recuerdo. Solo de esta manera podemos evitar la muerte de todos nuestros héroes, ya que hechos como el ocurrido la semana pasada, nos recuerden una verdad que muchos tratamos de pasar por encima: David Bowie no es inmortal.