Lollapalooza Chile 2016, el inicio de un sueño

Historia por: Fernanda Cobos 

Fotografía por: Rodrigo Fernández

Uno de mis sueños (que espero cumplir) es conocer el mundo a través de sus festivales de música. Pero hasta hace un año, era sólo un anhelo que todavía veía lejano. Todo cambió cuando en septiembre del año pasado me dije que debía ir a Lollapalloza Chile 2016 “fuera como fuera”.

Pasaron las semanas, hice “las vueltas”; gestioné la acreditación con los organizadores, mi tiquete, estadía y documentos. Así, seis meses después llegué a tierra chilena en los últimos días de verano, (no alcanzo a imaginar cómo serán los primeros ya que el calor es extremo) para vivir mi primer festival internacional, el primero de Escena Indie.

Escena Indie en Lollapalooza Chile

Escena Indie en Lollapalooza Chile

Llegó el anhelado día. Sábado 19 de marzo, 12:30 m y 30 grados de temperatura. El sol inclemente fritándonos la cabeza no dio tregua, pero las ganas de estar ahí superaban cualquier obstáculo. Llegué al Parque O’Higgins en metro y ahí ya podía observar la que sería “la pinta” oficial del evento: pantalones cortos, camisetas oversize, cabellos hasta la cintura y coronas de flores XL.

Ver más fotos de la experiencia del festival en las galerías1, 2, 3.

El espíritu festivalero se sentía en los grupos de amigos  los cuales en su mayoría no pasaban los 30 años de edad, que organizaban los últimos detalles de su itinerario. Vi gente muy joven, incluso menores de 15 años. A eso se suma la existencia de Kidzapalooza en el que familias enteras con niños de todas las edades se paseaban por el lugar aprovechando los espacios y agenda propia.

Me acerqué al container para recoger las acreditaciones (la mía y la de Rodrigo Fernández). Cuando recibí el sobre que decía Escena Indie, no pude evitar sentirme emocionada, afortunada y con una gran responsabilidad. Empecé recorriendo todo el espacio, tratando de ubicar los escenarios, las zonas claves y dando un último vistazo al orden del día para iniciar con el trabajo. Los seis escenarios estaban distribuidos por todo el parque; dos principales, el Itaú y el VTR, los alternos; el Perry´s Stage ubicado en el Movistar Arena, el Acer y el Lotus Stage.

La primera banda que vi fue a Javiera Mena. Ella estaba acompañada por su equipo de ballet femenino, que fue el mismo con el que se presentó en Viña del Mar hace unas semanas. La sensualidad se apoderó del escenario, los movimientos arrebatados y coordinados en extremos de las bailarinas se sincronizaban a la perfección con cada sonido que invitaba a cerrar los ojos y moverse. Ahí me encontré a la más fan de Javiera, me dijo que no se perdía la presentación por nada del mundo. Vi cómo se hizo paso para quedar muy adelante. Cantó todas las canciones y entre cada una le gritaba palabras de amor a su diosa terrenal.

En ese momento noté que al lado de la tarima había una persona encargada de “traducir” al lenguaje de señas los actos en los dos escenarios principales con el fin de que las personas con discapacidad auditiva pudieran disfrutar de todas las presentaciones. Eso pasa en muchos festivales, se que en nuestro Festival Estéreo Picnic también, pero nunca lo había visto de cerca. Aplaudo eso.

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Posteriormente Eagles of Death Metal, aunque como de costumbre sin la presencia de Josh Homme, demostró a través de un viaje frenético por qué son unos sobrevivientes, no solo del atentado del que se vieron afectados en París, sino por su sonido característico, que se ha mantenido fiel a lo largo de los años, una mezcla a mil revoluciones que mantiene su sonoridad clásica.

Jesse Hughes advirtió al público que estaba a punto de llorar al ver la energía de la multitud. Posteriormente destapó una botella de champagne  para brindar por el cumpleaños del bajista. En ningún momento hicieron alusión a los atentados. Tampoco guardaron silencio por las víctimas, se entregaron al momento y a su público.

Foto cortesía de Lollapalooza

Debido a la extensión del parque, los escenarios estaban ubicados con mucha distancia, entonces antes de finalizar la presentación de EODM, corrí para ver a TELEBIT. No quería perderme nada, tenía curiosidad por ver la reacción del público.

Cuando llegué al escenario, me alegró ver que ya había varias personas, sin embargo me llené de emoción cuando empecé a ver que entraban más y más; unos se ubicaban en las graderías, otros se acomodaban cerca al escenario mientras la prueba de sonido llegaba a su fin. Las luces se apagaron y salió TELEBIT con sus chaquetas características. Los colombianos  demostraron por qué son unas de las bandas más prolíficas de nuestra escena nacional,  dignos representantes de la música independiente latinoamericana. Me sentí contenta cuanto la gente empezó a cantar las canciones de estos chicos.  Tiempo después de su presentación, cruzamos unas palabras con ellos. Ver video AQUÍ

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Salí hacia el otro escenario para ver a Albert Hammond Jr. No pude evitar pensar en The Strokes y en Julian a quién vi en un Festival Estéreo Picnic hace un par de años. En ese momento el sonido del parque llegó a su punto máximo, la guitarra retumbó por todo el lugar. Los más fans se ubicaron en la parte de adelante, pero muchos otros, desde la distancia se meneaban al compás de la guitarra de Hammond, un gran músico pero que por momentos perdió la conexión con el público, lo que hizo que el proceso de migración fuera notorio.

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El colectivo Jungle que debo reconocer me pareció mejor en vivo, puso la cuota fiestera pero relajada en el escenario VTR. Luego desde Islandia llegó Of Monster and Men demostró por qué es una de las bandas favoritas de los más jóvenes, dejó a muchos derretidos ante la narrativa de estos chicos que parece que narraran cuentos salidos de una época medieval con finales llenos de energía.

Foto cortesía de Lollapalooza

Foto cortesía de Lollapalooza

Tame Impala por tercera vez. Ver a Kevin Parker con esa actitud relajada ante la vida es una sensación muy poderosa, sobre todo porque estamos acostumbrados a correr todo el tiempo, en el trabajo, en la universidad, en la calle, en todo momento. Tame Impala fue el momento para hacer un alto gigante en todo el día y relajarse. Estaba muy adelante viendo la presentación pero me dolían mucho los pies, así que me salí y busqué un lugar para sentarme y disfrutar mejor.

En la parte de atrás encontré un lugar cerca de un árbol para recibir la sombra, porque aunque ya eran las siete de la noche, aún el sol brillaba con todo su esplendor. Me quité los zapatos, (así como Kevin (;) y me tiré al piso a escuchar Let it happen, Mind Mischief, Alter Ego (<3), The less I know the better.  El frontman dijo que en Argentina la gente había enloquecido con la siguiente canción. Era Elephant. Aquí nadie se quedó quieto. Todos saltaban y cantaban a todo pulmón, mientras las imágenes de apoyo hipnotizaban al público. Terminó la presentación y aunque la mayoría estábamos agotados, sabíamos que aún faltaban dos platos fuertes.

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Ya sentía la necesidad de comer algo de fundamento, más allá de agua y “chucherías”, entonces me acerqué al área de comida, allí debía cambiar el dinero por fichas para poder comprar. Comí hamburguesa con papas. :/

Me senté  y de pronto empezó a  sonar Jack Ü. Debo ser muy subjetiva con esto. No me gustan, y me gustaron menos cuando sonaron pedazos de canciones de Justin Bieber, Daddy Yankee y hasta Rihanna ¬ ¬. Fue el momento más “fuera de lugar” del día. Miraba alrededor y la gente cantaba enloquecida. Me sentí muy incómoda y tuve ganas de irme, pero faltaba Gepe y Eminem.

De Jack Ü debo decir que es casi una atracción de un parque de diversiones, diseñado para familias completas que se aglomeraron para ver a Diplo y Scrillex saltar, hacer piruetas, gritar, tirar fuegos artificiales, rayos láser, jugar con los sonidos; llevarlos al máximo, reducirlos, distorsionarlos, etc.  Se veían las caras de los niñitos felices de ver tanto alboroto, tanto show. Y ya.

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Llegué a Gepe, otra de las figuras musicales latinoamericanas que más admiro, sentimiento que ha ido creciendo desde la vez que lo vi en Rock al Parque hace un par de años. Gepe interpretó éxitos como Bomba Chaya, Por la ventana, Fruta y té, así como Hambre, su colaboración con Wendy Sulca fue uno de mis momentos favoritos de la noche. Gepe, músicos y bailarinas nos ofrecieron todo un carnaval de sonidos latinoamericanos de corte pop para los sentidos.

Foto cortesía de Lollapalooza

Antes de que finalizara Gepe, caminé hacia el escenario en el que minutos después Eminem daría su presentación. Debo reconocer que de la carrera del rapero, yo me quedé en el pasado. Lo último que conocía era 8Mile (no me siento orgullosa de ello), pero bastaba con verlo ahí, blindado ante el pasar de los años, con su jovialidad y expresiones, dando fuerza al fraseo, a la interpretación y compaginando a la perfección con su equipo. Es todo un privilegio poder ver a una de las leyendas vivas del hip -hop.

Foto por Jeremy Deputat

Foto por Jeremy Deputat

Salí antes de que Eminem se despidiera. Tomé el metro y en menos de media hora llegué a mi hospedaje, cansada y con ganas absurdas de no hacer nada más, me acosté y recordé rápidamente en todo lo que había sucedido ese día. Pensé en que todavía faltaba una jornada y me dormí. Así finalizó el primer día de Lollapalooza Chile con muchas reflexiones; la primera y más importante es que la música es tan poderosa que me trajo kilómetros lejos de mi casa a conocer un país del que solo tenía referentes.

Agradecimientos Lotus Producciones.

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Ases Falsos en fotos aquí

Bitman y Roban en fotos aquí

The Suicide Bitches en fotos aquí

The Joy Formidable en fotos aquí