Motorama: El post punk no ha muerto, una rebeldía sin caprichos, una convicción que no duda

Texto por: Gina Vega 

Fotos por:  Sebastián Pedroza  

El post punk tiene tal fuerza que es útil
para bailar, llorar, amar y denunciar.

Tal vez la mejor palabra que puede definir a Motorama es obstinación, pero no de cualquier tipo; es una obstinación que se traduce en introspección. De esta manera, encarnan sin mayor dificultad los avatares de su lugar de origen, Rusia, ubicada en Europa del Este, una parte del mundo que por más intentos de ser destruida, se ha mantenido vigente y así, se ha convertido en referente de supervivencia para formas de ser que con dificultad intentan hallar su lugar en el mundo. Esa obstinación de tipo introspectiva se hace más evidente en la relación tan particular que Motorama ha establecido con el público, la cual no sólo guía el curso de sus presentaciones, sino que determina las opciones en la distribución y comercialización de su música. Esta no es una simple expresión de rebeldía, va mucho más allá, es una propuesta de considerar el proceso creativo como debe ser, un camino en el que el talento no es suficiente, ya que debe estar acompañado de la disciplina y la libertad suficientes para hacer eco. En resumidas cuentas, para transformarse en arte. De todos esos encuentros y desencuentros fuimos testigos quienes vimos a Motorama la penúltima noche del mes de abril de 2015, en Bogotá, donde dieron inicio a su gira latinoamericana que tendrá escalas en Perú, México y Costa Rica.

Motorama Fotos por: Sebastián Pedroza @cabronazo__ https://www.behance.net/spv25

Cuando comenzó a circular la noticia de que Motorama visitaría Colombia, me invadió el desconcierto. La verdad, no he sido su seguidora más acérrima, sin embargo, desde hace dos años la curiosidad hacia ellos despertó en mí. De todos modos, sabía que ya se habían presentado muy cerca, exactamente en Perú, sin embargo, recorrer Latinoamérica no había estado claramente en sus planes hasta este año. La limitada información que existe en torno a su historia en entrevistas o artículos, es uno de sus mayores atractivos. Ésta se resume a la inspiración de sus canciones y su concepción de independencia musical. Tal rasgo, la convierte en un banda tan críptica, que su música pareciera ser la única carta de presentación de su universo repleto de notas y acordes lentos y profundos característicos del género en el que se les suele ubicar, el post punk, el cual revaluó el punk para dotarlo de más libertad creativa.

A pesar del escepticismo que un principio me invadió, no hubo fuerza tal que impidiera que Motorama un poco antes de la medianoche se apoderara de la tarima de Asilo, el miércoles 29 de abril. El concierto tuvo como antesala las canciones de Tan Tan Morgan, un proyecto en que el uso de máscaras apoyaban un enfoque sonoro cercano a lo místico y a lo oscuro que caracterizó a una de sus influencias notables, la escena independiente de los años setenta y ochenta. Luego de algunos canciones que fueron poniendo en sintonía el ambiente, el tiempo transcurrió en medio de un Dj set en el que se escuchó a New Order y el cual una vez llegara a su fin, daría la señal de inicio al motivo principal por el que todos estábamos congregados.

Tan Tan Morgan

Sin mayores preámbulos, Motorama se adueñó del escenario y a partir del primer minuto probó cual ha sido su mayor convicción en sus ya diez años de trayectoria: su música es el mejor lenguaje y el mayor regalo, por ende, las palabras destinadas a explicar sus motivaciones como banda, pasan a un segundo plano en comparación a las que conforman sus composiciones. El vocalista, Vladislav Parshin, a medida que avanzaba el tiempo, entraba en un estado de introspección tan notable que pocas veces posaba sus ojos con suficiente concentración en nosotros, el público. La ausencia más notable fue la de Airin Marchenko, la bajista, quien ha sido responsable de brindarle un sello y una estructura sonora al grupo desde sus inicios. No obstante, a pesar del vacío, lograron interpretar íntegramente su setlist, el cual, tuvo una alta cuota de su última producción Corona, lanzada a comienzos de este año. “To the South”, “Rose in the Vase” y “Ghost” fueron las escogidas de sus trabajos anteriores para transmitir un ánimo que más allá de ser netamente nostálgico, validaban la fuerza y contundencia que siempre ha acompañado su propuesta musical.

Me propuse la tarea de estar en distintos lugares teniendo en cuenta la cercanía, para percibir la respuesta general de quienes estábamos presenciando el espectáculo. En un principio, decidí permanecer a tan sólo centímetros de Motorama, sin embargo, los que se encontraban también a esa distancia, mientras avanzaba el ritmo no se privaban de demostrar su destreza en los movimientos que descargaban, por lo que me alejé. Aunque tomé esa vía, ese primer instante me dio luces de algo muy particular y que en lo personal, no había podido conocer ni disfrutar en otro concierto. Los efectos de la osadía que ha caracterizado a Motorama no sólo en su estilo reservado, sino desde el mismo hecho de elegir como ruta musical el post punk, un género que ha pretendido desde su aparición romper barreras clásicas entre el público y el artista a través de letras trascendentes y melodías ambivalentes, promovió una proximidad tan indiscutible que me hizo revaluar constantemente mi rol como asistente. Por eso el reducido espacio de Asilo fue el lugar perfecto, ya que dejó brillar en su máximo esplendor y verdad a un género musical sin el cual la independencia en la música hubiera recorrido otro camino o de pronto, ni hubiera sido una posibilidad real.

Aunque no tocaron “One Moment”, “Eyes” y “Wife” (tenía una esperanza ingenua de que la incluyeran), la velada con Motorama que no tuvo fin con la última canción de playlist, debido a que siendo fieles a su concepto de promoción musical fueron receptivos en la firma de afiches, CD’s y EP’s y en la toma de fotos, corroboró mi aprecio al post punk como alternativa artística. Hace poco tuve la oportunidad de ver un documental de una agrupación inglesa precursora llamada Killing Joke y que casi completa cuarenta años de historia. Jaz Coleman, su líder, ha sido tan polifacético que sin mayor problema ha asumido posturas tan radicales en torno al poder de los gobiernos y la discriminación. Mi mayor conclusión cuando terminó la proyección fue que el post punk tiene tal fuerza que es útil para bailar, llorar, amar y denunciar. Así que gracias Motorama por inyectar de vida al post punk, por atraernos con naturaleza al baile dejando de lado la atención excesiva por poseer una memoria privilegiada para saber sin errores sus composiciones y por dotar de esperanza a quienes vemos en el carácter como la posibilidad más digna de expresar nuestra voluntad y nuestra razón de ser.

Miren la galería completa a continuación:

Motorama y Tan Tan MorganFotos por: Sebastián Pedroza @Cabronazo__https://www.behance.net/spv25

Posted by Escena Indie en Colombia on Viernes, 1 de mayo de 2015