Opinión – «Cerati liberó del yugo a las masas, les dio una historia que contar»

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Por: Joseph Llano 

Lleno de mágicas poéticas un día nació en Buenos Aires el hijo de Argentina. Abrazado por el calor de las narrativas Latinoamericanas, su expresividad trascendió más allá de los rincones de la palabra. Su expresividad transformó en sonidos aquellos cuentos viejos, aquellas formas de dolor que con sangre fundieron la Historia de un pueblo que aún se desangra en un profundo sueño del que no despierta. Nacido en el cimento de las revoluciones y los sueños libertarios de algún escritor, Cerati liberó del yugo a las masas, les dio una historia que contar y una identidad para apropiar, marcó el destino de las mil y una noches bajo la luna, el cigarrillo y las voluptuosas mesetas desde donde las estrellas tenían otro tinte.

Ese tizne de color revivió el espíritu de amor y unión que giraba en torno a los escenarios, que elevaba abrazos, sonrisas y gritos en medio de la multitud, una multitud que sentía desde sus adentros la necesidad innata de construir una sola voz bajo la creación de mil voces más.

Un hombre que es capaz de recrear la Historia de la música, esos sentimientos de euforia y adoración a través de una sola canción, es un hombre al que se le puede llamar no solo artista sino genio, pero ¿Qué artista no lo es?

Gustavo Cerati

A Soda Stereo la escuché por primera vez cuando tenía 9 años, yo bañado en los sonidos populares del Vallenato y las baladas americanas que ponían en cassettes mis vecinos y mi mamá. Fue una entremezcla del mundo de allá, el de acá y el nuestro. A Soda Stereo la conocí junto a Los Prisioneros, Los Rodríguez, Vilma Palma e Vampiros, Calamaro y otros grandes que pintaron el verdadero valor popular de la música. A Soda Stereo la escuché en 4to de primaria y logró eso que dije antes, con un clásico que si usted es de acá reconocerá al instante: Música Ligera. Con esa canción fui a un montón de festivales y conciertos, yo con 9 años, me sentí latinoamericano, algo que no logró la escuela, ni mi barrio, ni mi país, ni nada, fue la música.

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Luego en bachillerato pude oír el trabajo en solitario de Cerati, un tipo que con tan sólo nombrarlo ya pesaba el valor de ese nombre sobre mis siguientes palabras. Fue Fuerza Natural mi primer álbum del man, ahí quedé enamorado, era cuestión de sufrir los auténticos encantos oníricos de la música. Ese álbum creó paisajes inimaginables y fue mi primera forma de conexión con el realismo mágico que nos inventamos acá, antes que la escuela, la música.

Cerati fue y seguirá siendo un referente del rock latinoamericano, padre de nuestros sonidos, afinador de nuestros oídos, las pintas de nuestros secretos tienen su nombre, nuestra música lo tiene. Sonó y seguirá sonando en sus cabezas, pues quien se los muestre es porque sabe el valor de lo que tiene y de lo que le hereda, pues quien oye a Cerati no vuelve a ser el mismo.

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