Por: Juan Pablo Sandoval Follow @PapoSandoval
La década de los 70 es reconocida como un eje de gran importancia en la historia humana. Desde la Guerra Fría, el conflicto soviético en Afganistán, la Guerra de Vietnam, el golpe de estado en Chile, el conflicto árabe-israelí y el escándalo de Watergate; solo por nombrar algunos. Al mirar hacia atrás, cientos de hechos concretos que marcaron estos años resuenan en nuestras mentes, los cuales, a pesar de no haberlos vividos en carne propia, marcaron tendencias y fueron la acción y la reacción de múltiples cambios que nos han traído a todos hasta este momento.
Mucho se ha escrito acerca del cambio cultural que se presentó en esta época. La juventud empezó a hacerse sentir cada vez más, dejando claro que estaban presentes y que tenían una voz y una opinión acerca del mundo que se estaba forjando a su alrededor. Se recluyeron en el arte, la literatura, la fotografía, la moda y la música para compartirle al mundo su desacuerdo, sus propuestas, sus ideales, sus amores y sus odios. Día a día a través de una canción, un poema o una animación se veía retratada la verdadera cara del vivir, plasmada a través de la composición para que el resto del mundo se sintiera identificado. Fue ahí, cuando a puertas de finalizar la década, el 30 de noviembre de 1979, “The Wall”, el undécimo trabajo de estudio de Pink Floyd, una de las bandas más influyentes de la escena musical contemporánea, vio la luz. Un álbum que se convirtió en un himno; el vivir y existir de una generación, y que ha marcado hasta el día de hoy a millones de personas, convirtiéndose en una banda sonora para el espíritu, el canto de revolución para una horda de jóvenes que buscan su lugar en el mundo.
Sin embargo, hay una pregunta que resuena: ¿con todo lo que paso en los 70’s, este álbum representa una revolución de qué realmente? La historia de “The Wall” comienza durante la gira de promoción de “Wish You Were Here” y “Animals” en 1977. “The Dark Side of The Moon” había catapultado al cuarteto de Londres hacia una estatus de fama con el cual nunca se sintieron cómodos. Esto empezó a generar ciertos conflictos entre sus miembros, y alieno cada vez más a Roger Waters, compositor y mente maestra detrás de Pink Floyd, quien empezó a sentirse frustrado, sintiendo que la audiencia en sus presentaciones no lo escuchaba y las primeras 6 filas solo gritaban durante todo el concierto como si se encontraran en un partido de fútbol. Fue durante el show del 6 de junio en el estadio olímpico de Montreal, que Waters llegó al extremo, cuando al intentar tocar “Pigs On The Wing (Part 2)”, la banda fue interrumpida por un grupo de asistentes que estaban intentando volar unos petardos. Después de la tercera interrupción, Waters detuvo la presentación y les dijo: “Por la puta madre, dejen de lanzar petardos y gritar y gritar. Estoy intentando cantar una canción. Si a ustedes no les importa o no la quieren oír, entonces pueden irse a la mierda”. Luego de este incidente, un joven intentó subirse al escenario, y Waters enfurecido le escupió en la cara, lo cual sacó de quicio a David Gilmour quien se rehusó a tocar el encore acústico y la banda tuvo que cancelar su presentación.
Luego de estos incidentes, Waters tuvo una epifanía que involucraba la idea teatral de construir una pared a través del frente del escenario para representar su sentimiento de alienación para separarse a si mismo de la audiencia. Lejos del resto de la banda, algo que se había vuelto común en el proceso de composición de Waters en los últimos años, grabó un primer demo y lo presentó luego a los demás, donde por razones financieras a raíz de una millonaria perdida por fraude, se dio inicio al proceso de grabación en enero de 1979 en el estudio Super Bear en Niza Francia, el cual por orden de la casa disquera se realizó en un tiempo record ya que debía estar listo en noviembre para poder aprovechar la época de fiestas y lograr un incremento en ventas. Durante la grabación del disco las tensiones entre los miembros crecieron y la relación se volvió cada vez más tormentosa, al punto de despedir al miembro fundador y tecladista de la banda Richard Wright, el cual grabaría sus partes únicamente bajo contrato con un sueldo por sus horas. Esto generó fuertes discrepancias entre Roger Waters y el guitarrista y voz David Gilmour, quien estaba molesto por la poca colaboración que se le estaba solicitando en la grabación del álbum, transformando una banda que había funcionado de una manera muy democrática en una dictadura. Sin embargo, el resultado final fue una obra maestra que en conjunto con sus conciertos, la caricatura política de Gerlad Scalfe y una puesta en escena como ninguna, convirtió a The Wall en uno de los mejores discos de la historia con más de 23 millones de copias vendidas hasta el día de hoy.
Pero la historia va mucho más allá. The Wall, a través de sus 26 cortes y 1 hora y 21 minutos de duración, cuenta la historia de Pink, un rock star aislado de la sociedad, traumatizado por la muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, la sobre protección de su madre, el abuso de sus profesores, el fracaso total de su vida amorosa y la última autodestrucción de su cordura. Basado en hechos personales de la vida de Waters, la vida y actuar del antiguo cantante y miembro fundador de la banda Syd Barrett, e inspirado en obras como El Proceso de Franz Kafka, 1984 de George Orwell, y Un mundo feliz de Aldous Huxley entre otros, The Wall es un disco con un fuerte contenido filosófico, el cual retrata de manera concreta y dolorosa como la locura nos aleja poco a poco del mundo que nos rodea. Con una larga cantidad de narrativa en forma de arreglos musicales, Waters se apoyó en la música y en la instrumentación para no solo aumentar el imaginativo de la narrativa, sino para contarnos una historia dentro de una historia, logrando crear una obra que nos invita a visitar los más recónditos secretos y esquinas de nuestra existencia.
¿Qué tipo de revolución representa este disco? El corte más famoso fue sin duda “Another Brick In The Wall Pt. 2” el cual se convirtió en el himno de las protestas estudiantiles alrededor del mundo desde su lanzamiento. Pero no refleja una crítica hacia el sistema educativo como tal, sino que evoca cómo estudió Roger Waters en un colegio tradicional británico y es simplemente una parte más de la narrativa para entender la vida de Pink, donde se ve a través de los ojos de él como la prohibición de la libre expresión se ha institucionalizado, y cómo con suficiente acondicionamiento, la gente dejará de pensar por sí misma y caerá tarde o temprano en una manada para poder protegerse, y entre más rápido empiece este acondicionamiento más dócil se volverá la población. Esto representa un motivo más de Pink para alienarse del mundo, donde solo busca escapar, desaparecer, dejar atrás el único modelo masculino que tuvo en su vida, el cual fueron sus profesores. No busca revelarse ante el sistema, simplemente el sistema no le importa.
Ahora, si no es una revolución contra el sistema, ¿puede ser una rebelión del artista contra su audiencia? Durante la gira de The Wall se necesitaban más de 40 personas para construir ese muro que separa a Pink Floyd de los asistentes a sus conciertos, donde luego de construido se exhibía el trabajo de Gerlad Scalfe junto con marionetas y muñecos que acompañaban la dinámica de la historia. Igualmente, en la historia de Pink él se aísla del mundo y de sus fans, inclusive de su esposa, donde en una eufórica alucinación se lanza a la calles a instaurar su propia limpieza social. Sin embargo, al final en “The Trial” se oye ese eufórico “Tear Down the Wall, Tear Down the Wall” y esa única defensa que tenía nuestro atormentado héroe a caído finalmente obligándolo a salir al mundo e intentar vivir nuevamente, otra vez entre sus fans, entre aquellos que cambio, a quienes agredió, demostrando que simplemente no hay escape en este mundo.
Ahora, sino es la rebelión del artista contra el sistema, o del artista en contra de su audiencia ¿Qué nos queda?: The Wall es un disco en el cual al artista se rebela contra su propia arte. Ahí está la magnificencia de este disco. Roger Waters se dio cuenta de todos los problema que agobian a la humanidad; son aquellos que él vivió, que muchos vivieron, que inclusive alguno de ustedes ha vivido. A través de la historia de Pink, Pink Floyd uso el medio del arte, un medio que muchos han usado pero nunca de la manera correcta para ponerlo en los oídos de todos, para que escuchemos, para que nos identifiquemos, para que hagamos algo al respecto. Mark Nemcoff dice en su libro “Breaking Down The Wall” lo siguiente: “The Wall es un extraordinario trabajo artístico cuya relevancia social es tan fuerte ahora como lo fue el día en que se lanzó. Depronto es porque los paralelos entre The Wall y mucha de nuestra historia reciente son perturbadores. (..) El Arte debe ser una metáfora sobre aquello que hable de la condición humana y aún más importante que busque la verdad. El verdadero artista, a través de su exageración, distorsión y reflexión ilumina esas simples verdades que seguramente no hemos visto conscientemente antes y nos permite verlas claramente si sabemos donde mirar. O en el caso de The Wall, si sabemos cuándo escuchar”.
La trascendencia de Pink Floyd y The Wall se siente hasta el día de hoy y se sentirá seguramente por muchos años más. Cambió la música como ninguna otra banda lo había logrado, plasmando la tristeza, la alegría, la alienación, la cordura, la locura y toda el espectro de sensaciones del ser humano, esas que a veces queremos evitar construyendo un muro a nuestro alrededor para no dejar a nadie entrar. Sin embargo, la verdadera revolución de The Wall fue enseñarnos a través de su arte, que para vivir, debemos hacerlo afuera en ese mundo donde exista Vietnam, el Yom Kippur, el Levantamiento de Soweto; un mundo de opresión, de abuso, de alineación, de escándalos, ya que solo así lograremos derrumbar el muro de nuestras tristezas y enfrentar la vida como de ser.