Por Pablo Chilito Seguir a @Pablochilito y Daniel Ospina Follow @TheMockMan.
Hace unas pocas horas se puso disponible en la red el noveno trabajo discográfico de Radiohead, A Moon Shaped Pool. Con una campaña de expectativa propia de lo que vienen haciendo desde In Rainbows, la banda de Oxford nos fue tomando por sorpresa en la ultima semana borrando su actividad en redes sociales y publicando a cuentagotas dos adelantos del nuevo álbum, «Burn The Witch» y «Daydreaming», para finalmente lanzar el día de hoy su nuevo álbum (mismo del cual solo hasta hoy conocimos su nombre).
Entendemos la expectativa y las ganas que teníamos de escuchar algo nuevo desde 2011 cuando lanzaron ‘The King Of Limbs’, y es por eso que en Escena Indie hemos decidido hablar un poco sobre las impresiones iniciales que nos deja A Moon Shaped Pool, en medio de todo el shock generado por la jugada publicitaria y claro, por ser un nuevo álbum de Radiohead.
‘A Moon Shaped Pool’ es un disco orgánico, fresco, nuevo. Esta vez la banda presenta algo totalmente único, completamente desligado de sus trabajos anteriores. Casi como una revelación llega este disco para marcar un antes y un después en la música. Puede que algunas canciones recuerden a ciertos momentos clave de la banda, pero realmente todo el disco se muestra como algo que nunca habíamos escuchado antes. Así, pues, Radiohead logra llenarnos de emoción con cada corte de este álbum; se aleja tanto de su último disco – The King Of Limbs – que resulta un descubrimiento total esta nueva producción.
Todo el álbum está lleno de canciones bellas, inquietantes e introspectivas – para quien lo escucha -. En lo personal me quedo con «True Love Waits». Puede que la hayamos escuchado ya hace quince años; pero, esta vez las cosas cambian y el efecto que logra la versión en estudio le da una sensación de belleza que, apenas la sentí, me hizo lagrimear.
Daniel Ospina:
De un tiempo para acá a Radiohead se le debe ver como tres entidades separadas: una centrada en la campaña de publicidad o la forma de lanzamiento de sus discos, otra que graba música en sus discos, y otra que ejecuta música en vivo. Como todavía no arranca su gira mundial aun tendremos que esperar un poco para hablar de su directo (que no creo vaya a decaer), y aunque no fui ajeno a sus movidas publicitarias, es en lo que menos pienso a esta hora luego de escuchar tres veces ‘A Moon Shaped Pool’. ¿Por qué? Porque en estos momentos hablamos más del disco que de la publicidad que lo rodeó.
Escuchamos maravillados a una banda que finalmente hace realidad los rumores que venían alimentando desde incluso antes de ‘The King Of Limbs’ de hacer un “álbum orquestal”. Aunque echen mano principalmente de canciones descartadas de discos anteriores, debemos ponernos en el lugar de Yorke y compañía para saber por qué este era el momento apropiado para escuchar muchos de esos temas, y sobre todo entender por qué era necesario ese giro en las canciones. En lo personal, no tenía mayores expectativas con este nuevo trabajo luego de sentirme desorientado y aburrido con ‘The King Of Limbs’. El noveno trabajo de su carrera en cambio siendo un poco más accesible y melódico (pero no por eso más “fácil”) enganchó desde la primera escucha. Escuchamos guitarras ejecutándose siempre de formas distintas, tempos caprichosos, ruidos electrónicos, secciones de vientos, letras siniestras que a ratos buscan la esperanza (y la dejan en incertidumbre con “True Love Waits”).
Es difícil elegir una favorita, pues siempre van surgiendo nuevos matices y detalles en las canciones con cada nueva escucha. Pero me quedo con «Burn The Witch». Para mi responde a la pregunta de ¿Qué pasaría si Kid A o Hail To The Thief hubiesen sido pensados para revolucionar la música clásica en vez del rock o el pop?