Reseña: The Horrors – V

Por: Daniel Ospina @themockman

The Horrors ha transitado un camino largo en estos diez años.

Esperen, ¿Diez años desde que apareció ‘Strange House’? ¡Que implacable es el tiempo! Cuesta creer que estos tipos que se dieron a conocer con esa canción tan propia de película serie b como “Sheena Is A Parasite” hayan pasado de ser esa banda tan desquiciada y primitiva a una refinación donde post punk, shoegaze, electrónica y hasta ritmos de discoteca han tenido cabida sucesivamente en su repertorio.

A día de hoy podemos decir que se quedaron rezagados en términos de difusión y popularidad al compararlos con actos contemporáneos tipo Kasabian. Fácilmente se puede ubicar a Faris Badwan y compañía a estas alturas en esa zona gris que separa a los ignorados del indie de ese que es reconocido masivamente en las cifras de streaming y reproducciones. Pero sea una cuestión de torpeza, de cierta inconsistencia en sus directos, o de querer mantenerse haciendo música en sus propios términos; parte de su encanto persiste hasta hoy por esa difusión decente pero aun limitada de su repertorio. Por eso y por sobrevivir al cambio de década, claro.

Después de que su tremendo ‘Luminous’ se esfumara un poco en el olvido durante los meses posteriores a su lanzamiento y la gira se recordara más por la floja presentación de la banda en Glastonbury 2014, la banda se tomó su tiempo para trabajar en nuevo material (mismo durante el cual Faris retoma Cat’s Eyes y se redime un poco ante sus seguidores con su impecable álbum ‘Treasure House’). Seguramente adquirieron conciencia de su propio legado y lo tomaron como punto de partida para grabar ‘V’, el trabajo más autorreferencial que han grabado hasta la fecha.

Los primeros temas reflejan una mezcla bien curiosa entre el mood seductor de Depeche Mode y el más agresivo de Nine Inch Nails. «Hologram» suena muy por el estilo de «Closer», mientras «Press Enter To Exit» suena a Depeche Mode con ritmos madchester contenidos por su propia represión emocional y el aura siniestra que todavía hoy desprende la voz de Faris. Por otra parte, el sencillo «Machine» es una amalgama de las facciones más agresivas de ambos grupos. Me atrevería a señalar incluso que tiene mucho de los primeros Kasabian en su forma de establecer un ambiente denso y un ritmo tan rompedor.

De ahí en adelante el rollo se hace más difícil de seguir. «Ghost» es un blues con base sintética que se trastorna en un collage de ruido pensado para producir catarsis. Muy pinkfloydiano el asunto, pero en «Point Of No Reply» pasan a encarar un ritmo discotequero melancólico y atrapante, sostenido por un bajo penetrante mientras los sintetizadores y las guitarras ejercen su rol como muro de sonido o arreglos.

Nuevamente cambia la dinámica en «Weighed Down» hacia un terreno confuso entre la psicodelia y el synthpop. Cuando uno cree que los sintetizadores se asientan con su melodía sutil, la guitarra de Joshua Hayward aparece para imponer esos rasgueos medio shoegaze en el ambiente. Con «Gathering» el viraje de estilo es aún más agresivo, ahora yéndose por esa línea spectoriana más propia de Cat’s Eyes que de los creadores de «Sea Within A Sea». La guitarra es lo que marca la diferencia, con una presencia más propia del que ejecuta una balalaika que una guitarra eléctrica. Claro que cuando llega «World Below» nuevamente la potencia casi primitiva de Hayward hace parecer de ese momento tan sublime que escuchamos antes, algo meramente anecdótico ante un ritmo algo más desenfadado y cambios de ritmo impulsados por dosis de ruido que por algún motivo transmiten vibras casi que terapéuticas.

Una vez más el registro cambia en «It’s A Good Life», donde una base sintética y un piano son suficientes para que Faris saque a pasear una interpretación que pareciese querer emular a Sinatra. El final con «Something To Remember Me By» es un synthpop lleno de mística, nostalgia y diría que hasta euforia. No se aleja mucho del estilo de New Order o The Human League, lo que explicaría mucho del por qué es tan contagiosa entre el seguidor promedio del grupo.

Queda una pregunta por hacerse. ¿Es este un álbum inquieto? ¿O más bien es uno desorientado? No tiene temas con madera de sencillo convencional y es un hecho que se plantearon un fuerte desafío en lo creativo, pero al mismo tiempo mostrar esa obsesión con renegar de la canción inmediatamente anterior le quita fluidez a ‘V’. Dejamos a criterio de cada uno cual es la respuesta correcta.

Como sea, es el primer trabajo donde The Horrors se toma a sí mismo como referencia o influencia mayor. No es tan fluido como un todo (en parte los constantes cambios de ritmo son responsables de eso), pero deja ver que, efectivamente, han transitado un largo camino para llegar hasta aquí. Y este, en lineas generales, ha valido la pena.

Mi recomendada es «Gathering». En cierta forma se propone rescatar la herencia del britpop. A su manera, claro.

Aquí va «Point Of No Reply».

Share