Por: Daniel Ospina Follow @themockman
1991 fue uno de esos años donde coincidieron durante 365 días varios de los trabajos más importantes en la historia del rock. My Bloody Valentine llevaba el shoegaze al límite con ‘Loveless’, Massive Attack inventaba un nuevo juego (el del trip hop) y unas nuevas reglas con ‘Blue Lines’, R.E.M. alcanzaba la masividad definitiva con ‘Out Of Time’, Nirvana escalaba hacia la cima con ‘Nevermind’, U2 se reinventaba con ‘Achtung Baby’, Metallica llegaba al estrellato con su ‘Black Album’, Red Hot Chili Peppers hacía lo propio con ‘Blood Sugar Sex Magic’ y Guns N’ Roses le daba una nueva definición a “estrellato” con sus ‘Use Your Illusion’.
Pero ese año hubo un álbum que en comparación pasó más desapercibido que los mencionados. No es que no se le pusiera atención (de hecho ganó el Mercury Prize de la historia como Mejor Álbum de 1991) pero no es un trabajo tan citado como los otros. Eso a pesar de ser una bisagra en la música popular, que pasó de la percepción de hacer “música del futuro” a “rescatar el pasado”. Ese disco, ‘Screamadelica’, tuvo un poco de ambas cosas, así como un contexto bien definido alrededor de una de las tendencias dominantes durante ese tiempo: el acid house. Esa combinación de cosas hizo que el tercer trabajo de Primal Scream se ganara un lugar para siempre en el corazón de los melómanos de todas las épocas.
Contexto
Para 1990 Primal Scream era una banda indie promedio. A pesar de que aparecieron en el famoso compilado ‘C86’ que dio inicio al indie pop, ninguno de sus dos primeros trabajos, ‘Sonic Flower Groove’ y el homónimo ‘Primal Scream’ fueron bien recibidos. Por el contrario, desembocaron en una crisis de identidad al ser trabajos tan distintos entre sí. El primero estaba orientado al sonido indie pop del mencionado C86 pero sin destacar realmente entre sus contemporáneos como The Wedding Present o The Pastels, mientras que el segundo se orientaba hacia un estilo más rocanrolero que alejó a los fans conseguidos con su primer trabajo.
Esa situación resultaba frustrante para el vocalista y líder Bobby Gillespie, insatisfecho por no poder ser la banda que podía grabar álbumes clásicos tan grandiosos como aquellos que los habían influido. Por esa época él junto a su amigo y jefe en Creation Records Alan McGee se encontraban inmersos en el house y las raves, que ya estaban cambiando radicalmente la cultura del Reino Unido con el éxtasis como su combustible. Luego del segundo álbum, Gillespie trató de convencer al resto de la banda para salir de fiesta con él y así introducirlos en esa música. Al principio se resistieron (sobre todo el guitarrista Robert Young), pero con el tiempo todos compartieron la misma fascinación con esa música que surgió en Chicago y Detroit.
En una de esas fiestas conocieron a Andrew Weatherall, un DJ con una reputación emergente en la escena del house que en ocasiones escribía artículos para el NME. La banda le hizo escuchar su segundo álbum con la esperanza de mejorar las ventas o la recepción de Primal Scream. En uno de sus artículos, Weatherall incluyo un tema de ese segundo disco. “I’m Losing More Than I’ll Ever Have”, como una de sus canciones recomendadas de la semana, por lo cual el otro guitarrista del grupo, Andrew Innes, le sugirió que hiciera una remezcla de esa canción.
Aunque Weatherall tenía reputación como DJ, como productor todavía no estaba muy fogueado en ese momento. Antes de conocer a Primal Scream solo había trabajado con Paul Oakenfold en una remezcla de “Hallelujah”, el clásico de los Happy Mondays, y por su cuenta en un remix de “World In Motion” de New Order. Probablemente por eso cuando le envió una primera versión de la remezcla a la banda está la sintió floja, pidiéndole a Weatherall que transformara completamente la canción. Con eso en mente decidió hacer lo que todo DJ suele hacer en una remezcla: tomar el elemento básico de la canción y trabajar a partir de él. Para el caso, solo tomó el bajo y el piano de la canción original, agregó un loop de batería muy propio del house y le pidió a Gillespie que cantara una línea de “Terraplane Blues” de Robert Johnson. El resultado fue “el shock más grande de mi vida” en palabras de Alan McGee. Es decir, “Loaded”.
Mezclando rock y el espíritu de la cultura rave, se hizo habitual en las pistas de baile en todo el Reino Unido a lo largo de ese año. Pero no era solo un remix. Era el primer capítulo en la historia de Screamadelica.
El disco
El éxito de “Loaded” convenció a Primal Scream de que el sonido de su siguiente álbum debía orientarse en esa dirección. La psicodelia de los sesenta va a ser su fuente de inspiración más evidente en lo que al pulso rock se refiere, mientras que para los ritmos irresistibles toman nota de lo que ocurre en cada noche de parranda y al día siguiente lo tratan de documentar con sus instrumentos mientras Weatherall supervisa todo desde la consola. En el término medio, no parecen ser indiferentes ante cosas tan aparentemente incompatibles como Parliament/Funkadelic, Captain Beefheart o el krautrock.
El nombre Screamadelica apareció mientras Weatherall estaba pinchando una noche en una fiesta. Estaban buscando el nombre para el tercer álbum de Primal Scream, y el DJ tenia claro que debía tener la palabra «scream» en el titulo de una u otra forma. En algún momento puso una canción y Robert Young sorprendido le pregunta de quien se trataba. Era Funkadelic, con lo cual vino a la mente de Weatherall el juego de palabras que le da titulo al disco. ¿Y qué contenía ese juego de palabras hecho álbum? Bueno…
«Movin’ On Up» abre con una especie de gospel en clave rock al mejor estilo de los Stones en «You Can’t Always Get What You Want» pero con un ritmo más cadencioso, aportando una soltura que incita a moverse de una manera que va más allá del rock. Gillespie canta sobre la verdad que ahora puede ver luego de años donde no tenía claro lo que podía hacer Primal Scream para igualarse a las leyendas que admiraba. Por donde se le mire, una declaración de intenciones.
Pasamos a «Slip Inside This House», un cover que hacen del tema más reconocido de la agrupación garage The 13th Floor Elevators. Honestamente hasta hace poco me enteré de que eran la misma canción, y esta es la hora que me cuesta mucho creerlo. La original era puro garage psicodelico con guitarras al frente y una autoridad insultante. La versión que aparece en ‘Screamadelica’ en cambio incluye un sitar y un beat tremendamente seductor. Las voces distorsionadas refuerzan lo drogado del ambiente, funcionando en eso de transportarnos a una discoteca de comienzos de los noventa en Inglaterra. Curiosamente la voz principal no la hace Gillespie, sino el guitarrista Robert Young.
Llega «Don’t Fight It, Feel It» y ahora si la consigna es clara: dejarse llevar por el éxtasis, el ambiente y la gente como si la noche nunca fuese a terminar. La voz femenina a cargo de Denise Johnson es un auténtico mantra, y los propios miembros de la banda dijeron en su momento que su contribución fue clave para que la canción tomará su forma definitiva. El ritmo siempre me recuerda al clásico house «Big Fun» de Inner City. Voz femenina protagonizando y una deuda importante con el disco pero también con las contribuciones del new jack swing a la música negra que se producía entonces. Todo eso hecho por rockeros blancos escoceses inmersos en la cultura rave.
Las cosas se ponen raras con «Higher Than The Sun«, una especie de dub ligeramente acelerado donde la noche se disuelve en el cielo para abrir paso al amanecer. Producida por los pioneros del ambient house, The Orb, uno siente como pasan los minutos y ve en la mente como el sol asciende poco a poco hasta llegar a lo más alto. En su momento debió ser perfecta para pasar un guayabo en Ibiza. Gillespie incluso llegó a decir que esa era la canción más importante que se había grabado jamás desde «Anarchy In The UK» de los Pistols. Confianza se tenia.
Un sampleo a Brian Eno es suficiente para armar la columna vertebral de «Inner Flight», un instrumental inquietante donde dejan ver su fascinación con el krautrock, llevando la idea de la psicodelia que explotan en todo el álbum por una dirección completamente distinta.
Turno de «Come Together», la canción insignia de Primal Scream. Si usted quiere presentarle esa banda a la gente, arranque por esa canción. Tiene la sencillez de quien rinde sus respetos al pasado, la personalidad de quien puede desligarse de las tendencias que dominan la música de ese entonces, y el valor de quien apuesta por un futuro donde las reglas aun están por inventarse.
La canción tiene dos versiones. Una que apareció como sencillo y tiene la estructura tradicional de verso, coro y puente, la cual fue trabajada por un amigo de Weatherall, Terry Farley. La del disco es completamente diferente, pues Weatherall en la mezcla descarta la participación de la banda, utilizando un coro gospel y sampleos de la voz de Jessie Jackson llamando a la unidad, sonando más como un medley que incita a bailarlo y moverse por donde indiquen los distintos beats que lo protagonizan. Esa versión de 10 minutos es la que explica por si sola lo impactante que resulta Screamadelica hasta la fecha.
De «Loaded» ya hablamos sobre cómo nació. En términos de impacto logra llevar el rock en una dirección que aun no terminaba de llevarse, la del baile. Un reconocido periodista británico, Simon Reynolds, la describió diciendo «imagina una versión dub de ‘Sympathy For The Devil'», en referencia a la canción de los Stones. Y tiene razón, pues encarna el libertinaje atemporal, ese toque blues añejo sin pulir que todavía persiste en el ritmo y una producción típica de soundsystem jamaiquino.
En la parte final bajan bastante las revoluciones y como que deciden rellenar lo que falta con experimentos no tan afinados. Primero aparece «Damaged», un medio tiempo donde ponen a prueba sus habilidades como músicos (o mejor, su capacidad para tomar la música de otros) y llevarla a una línea donde cuadrara con Screamadelica. Cumple con la función nostálgica de recordar «los buenos tiempos» y de paso da algunas pistas del sonido que va a protagonizar si siguiente álbum, pero comparada con «Movin’ On Up» se queda corta. Ese lado intimo no pega mucho con Primal Scream, para ser francos. «I’m Comin’ Down» sigue esa linea pero con un ritmo un tanto más alegre, pero en definitiva es uno de los temas olvidables del disco.
Después aparece «Higher Than The Sun (A Dub Symphony In Two Parts», donde contribuye el bajista Jah Wobble, ex-Public Image Ltd. La sensación de grandeza cede paso a la del misterio y la inmensidad por las atmósferas que se producen durante esos 7 minutos y medio, como si la cinta de grabación se disolviera entre los tantos químicos que la inspiraron. «Shine Like Stars» remata el álbum con lo que solo puede explicarse como el resultado de escuchar a Ravi Shankar haciendo krautrock, o lo que pasaría si Can fuera a iluminarse espiritualmente en la India.
Cuando terminaron de grabar las canciones pensaron en varias ideas para la portada. Alan McGee le pidió ayuda al diseñador de planta de Creation Records, Paul Cannell, un autodidacta formado en la ética del do it yourself con el que se habían cruzado en varias fiestas. Al principio le habían pedido que hiciera la portada para el lanzamiento en formato sencillo de «Higher Than The Sun» y «Don’t Fight It, Feel It». Gillespie estuvo hablando con Cannell sobre lo que tenia en mente para la portada, tras lo cual tomó una decisión artística que sin quererlo partió en dos la historia de la música.
Por esa época Cannell estaba harto de pintar como el zurdo que era porque sentía que era demasiado técnico. Entonces decidió usar más la mano derecha para conseguir dibujos más abstractos, sin haber escuchado una sola canción de Primal Scream. Solo tenia en mente el titulo de «Higher Than The Sun» y con eso dejó fluir la inspiración. Cuenta la leyenda que un día Gillespie fue al estudio de Cannell para ver los dibujos y vio un sol dibujado de forma casi infantil pero que al solo usar los colores primarios le daban una cualidad muy extraña de realismo. El cantante le dijo a Cannell que trabajara en esa imagen, tras lo cual se inspiró en el «smiley» tan popular por esos días en la cultura rave, pero variando un poco la formula. Esa cara no tenia boca, y los ojos parecían representar algo o alguien fuera de si mismo. El guitarrista Andrew Innes dijo que la portada era «como si el sol se hubiese tomado una pastilla de éxtasis». Tenia razón.
Recepción
En el ámbito comercial podemos decir que para ser un trabajo tan desafiante no le ha ido tan mal, sobre todo si tomamos en cuenta que su popularidad a duras penas llega a nivel europeo. En los listados británicos entró al #8, vendiendo hasta el 2011 unas 700.000 copias. Sin embargo, es justo decir que sigue siendo un trabajo de culto en la actualidad. Con respecto a los sencillos, «Loaded» llegó al #16, la posicion más alta hasta entonces de un sencillo de Primal Scream, «Come Together» en la version mezclada por Terry Farley llegó al #26, «Higher Than The Sun» logró el #40, mientras que «Don’t Fight It, Feel It» quedó a un puesto de llegar al Top 40.
Con la critica en cambio le fue muy bien. Ganó el primer Mercury Prize de la historia en 1991, fue calificado como el mejor álbum del año en Melody Maker y Select, mientras que lograron el #3 en el NME por detrás de Nirvana y Teenage Fanclub. Con los años suelen quedar en listados de NME y Pitchfork entre los mejores trabajos de los noventa o de toda la historia. Tal vez la cualidad que más se alabó entre todos los críticos fue esa forma de capturar influencias del rock y el house para juntarlas como un todo que aun teniendo ese corte retro resultaba atemporal.
Legado
Haya sido un golpe de suerte o resultado de algo más allá de documentar sus parrandas y sus experiencias con las drogas, ‘Screamadelica’ fue un trabajo muy adelantado a su tiempo. Entendió que la cultura rock tal y como se concebía en el pasado era un callejón sin salida que necesitaba ser reformulado. Muy posiblemente fue el primer álbum de fusión contemporáneo. Sonará raro viniendo de mi parte, pero me parece escuchar a Ondatropica o a los primeros Bomba Estereo si hubiesen sido británicos.
Si bien casi nadie les siguió el juego de inmediato, marcó en ese entonces un paradigma de lo que era la música en el Reino Unido en 1991, y de lo que iba a ser durante los años siguientes con la aparición del britpop. La inspiración en la música de los sesenta, las dosis de psicodelia y el espíritu punk iban a ser el motor para que esas nuevas bandas protagonizaran la década. Lo curioso es que durante la gira promocional pasaron del éxtasis a la adrenalina, recordando su pasión por el rock más clásico. Con eso en mente grabaron el sucesor de Screamadelica, ‘Give Out But Don’t Give Up’ que fue despedazado por los críticos al considerarlo una copia barata de los Stones. Yo en ese caso sostengo que era difícil grabar algo diferente en un momento donde las guitarras ya se habían apoderado por completo del panorama musical. Su carrera proseguiría desde entonces y hasta nuestros días con más cambios de estilo, algún regreso temporal al sonido ‘screamadelico’ (concretamente en el 2013 con ‘More Light’) y haciéndose unos invitados constantes en los festivales de música en todo el planeta.
Cuando llegó el nuevo milenio y aparecieron los revivals, se comenzó a evidenciar el impacto de ‘Screamadelica’. definiendo la gran mayoría de tendencias hacia las cuales se van a dirigir en el nuevo milenio. No tanto en sonido como en mirar hacia atrás para encontrar inspiración, aunque eso no llevara siempre a una actitud que mire hacia el futuro. En la linea de sucesión que deja Primal Scream, probablemente Kasabian y más recientemente Slaves sean los referentes obligados en la actualidad.
Sin embargo la prueba máxima de lo revalorizado que se encuentra el álbum en la actualidad se puede ver en la gira del 20 aniversario de Screamadelica en el 2011. En el momento de su lanzamiento solo podían tocarlo en escenarios reducidos, uno que otro festival o algún programa de televisión tipo Top Of The Pops que les abriera la puerta. Pero en la gira de aniversario se encontraban con audiencias de miles de personas, con una puesta en escena digna de un álbum como ese, y una banda en vivo tan directa y contundente como de costumbre.
Si me preguntan, Screamadelica es como el santo grial de la música. Me ha permitido conocer y entender a profundidad géneros, artistas y canciones tan diversos y de épocas tan distintas como el álbum en si mismo. Cuando queramos hablar de «apertura de géneros», empecemos por ese disco. Uno al que todavía hoy se le pueden escuchar cosas nuevas.