Tina Weymouth: el bajo de una nueva generación

Por: Daniel Ospina

Gif: Natalia Mon

La new wave en Estados Unidos vio entre sus exponentes a bastantes mujeres. De hecho fue, aparte de lo promovido por la Motown, uno de los movimientos musicales donde ellas tuvieron más protagonismo en tiempos donde el machismo estaba mucho más marcado en el mundo que ahora. Claro que en la new wave no eran meras intérpretes como podía pasar muchas veces con la disquera de Detroit, sino que estaban vinculadas directamente con el concepto creativo. Nombres como Chrissie Hynde de The Pretenders, Debbie Harry de Blondie, Kate Pierson de The B-52’s, y claro, Tina Weymouth de Talking Heads, son citables cuando se habla de new wave.  Pero lo más genial del asunto es que no se debe al mero hecho de ser mujeres, sino por su talento.

Tina Weymouth

Sin embargo, con Weymouth el asunto va más allá. Si hablamos de encanto o impacto visual no tenía nada que envidiarle a sus contemporáneas, pero la cosa con ella es que no se le veía como sex symbol o como la que lideraba las acciones en el grupo como el resto. Era simple y llanamente un miembro más de Talking Heads. Pero influyó más que ninguna en el desarrollo de la new wave, e incluso más allá, pues su técnica para tocar el bajo la pone a competir entre los mejores exponentes de su instrumento en toda la historia.

¿Y en qué consistía esa técnica? Básicamente en tomar las ideas del funk vía Parliament-Funkadelic y añadirle un enfoque influido tanto por la sencillez del punk como por el entorno artístico de  la escuela de Diseño de Rhode Island donde junto a su novio (y luego esposo) Chris Frantz y a David Byrne entró en contacto con teorías como la Bauhaus, donde la estética estaba subordinada a la funcionalidad. Aplicando ese principio, lo que hacía era adaptarse a la voz de Byrne. Como según ella los graves hacían que él perdiera protagonismo, se concentraba en tocar las notas más agudas posibles para que el acople fuese más equilibrado. También tuvo mucho que ver el hecho de que al aprender a tocar la guitarra por su propia cuenta, lo hacía para tocar canciones folk de Peter, Paul & Mary, Bob Dylan o The Beatles. Para tocar esas canciones tenia que usar sus dedos en vez de una púa (una técnica conocida como finferpicking), desarrollando así una sensibilidad que facilitó las cosas cuando Chris le propuso unirse como bajista a una banda nueva que estaba armando con David Byrne. Esa banda era Talking Heads.

En los 14 años que duró la banda en actividad, podemos decir que sus líneas no eran complejas pero sí muy ingeniosas. Y sobre todo, muy pegadizas. Como podían propulsar el ritmo machacante de “Psycho Killer”, Tina lograba que canciones como “This Must Be The Place (Naive Melody)”, “Once In A Lifetime” y “Crosseyed And Painless” donde exploraban las influencias de la música negra y las desintegraban a punta de experimentación, todavía conservaran su factor pegadizo incluso sabiendo cuando no tocar una nota. Mención aparte para su rol en la etapa pop de la banda, pues “Burning Down The House”, “Wild Wild Life” o “(Nothing But) Flowers” no serían lo que son sin ella.

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Como Weymouth y Byrne mantuvieron cierta tensión en Talking Heads con respecto a los aportes de cada uno en la música del grupo, naturalmente los proyectos paralelos no se hicieron esperar. Durante un receso de la banda armó una nueva junto a Chris Frantz y una nómina de músicos grandísima que incluía al guitarrista Adrian Belew, la hermana de Tina, Laura, y al Compass Point All Stars (una especie de equivalente reggae para lo que es Nashville en el mundo country). Esa banda era Tom Tom Club, y se convirtió en uno de los grupos punteros del mutant funk neoyorkino a principios de los ochenta, así como en un referente importantísimo para el despegue del hip hop y la música house en los siguientes 6 o 7 años. No era extraño escuchar en esa época sampleos o remezclas de «Genius Of Love» por parte de exponentes de esos géneros, convirtiéndose en algo tan frecuente como recurrir a James Brown cuando se trataba de buscar beats.

La clave en Tom Tom Club era el ritmo. Sin tener que seguir los arrebatos experimentales de Byrne, Weymouth pudo profundizar el rol de bajo en nuevas direcciones que francamente no tenían mucho que envidiarle a Talking Heads. Su debut homónimo en 1981 incluía temazos de la talla de “Genius Of Love” y “Wordy Rapinghood” que arrasaron en las discotecas de la Gran Manzana por esa capacidad tan arrolladora de mover hasta las piedras, al extremo de que llegó a vender más discos que cualquier álbum grabado con Talking Heads hasta entonces. Seguiría lanzando trabajos notables con el grupo esporádicamente, aunque sin enganchar igual que en el debut.

Luego de la separación de Talking Heads en 1991 ha grabado material de vez en cuando, esperando que Byrne se decida a volver para reformar la banda. Desde entonces y paralelo a su trabajo en Tom Tom Club, Tina hizo una reunión parcial de la banda con Chris y el guitarrista Jerry Harrison donde se bautizaron como The Heads y grabaron un álbum con vocalistas invitados, entre los que se incluían Michael Hutchence de INXS, Shaun Ryder de Happy Mondays y hasta Debbie Harry de Blondie.

También fue adquiriendo créditos de producción junto a Chris (proceso que se venía gestando desde los ochenta, involucrándose en varios trabajos de Ziggy Marley) trabajando con bandas que podían ir desde Happy Mondays hasta Los Fabulosos Cadillacs. También colaboró con Gorillaz haciendo la segunda voz en “19-2000” y últimamente colaboró con los chilenos RVSB cantando en “She Always Dance”, tema incluido en su álbum ‘Nightlife’.

Lo que me encanta de Tina es que nunca tuvo necesidad de ser ni un sex symbol ni de abanderar causas como la feminista para ser un nombre importante en la industria y en la historia de la música del siglo XX. Con tocar el bajo mejor que nadie en su época y llevarlo siempre en nuevas direcciones fue suficiente para crearse un nombre en un mundo dominado por hombres. Pocos hicieron tanto como ella para prácticamente crear géneros nuevos con ese estilo minimalista pero a la vez tan esencial en las cuatro cuerdas. Dicen que hacer lo fácil es lo más difícil en la música, y en eso Weymouth es mejor que nadie.